EL PRINCIPIO DEL FIN

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Capítulo 20

Los tres días siguientes concurrieron sin incidentes. 

Poco a poco el interés de la gente fue mermando al darse cuenta que no hacía nada más que ayudar a papá en la tienda o salir con mamá. Realmente no sé que esperaban que sucediera o hiciera en mi día a día, era la prometida del príncipe, pero a la larga era una chica común y corriente que fuera de su doble identidad y rol en el palacio no tenía nada de especial.

—Leia, por favor envuelve el marco para la Sra. Evans.

—Claro — tomé el pequeño marco de repisa y lo llevé a empaquetar en la parte de atrás.

Realicé la marca correspondiente en el empaque de papel y envolví el resto de pedidos. La ventaja real que habíamos obtenido de todo el revuelo e interés por mi vida es que todos habían comenzado a admirar de cerca el trabajo de papá y las ventas se habían disparado. 

Aunque el negocio de papá era próspero lo cierto es que las ventas mayores eran los encargos de otros pueblos y ciudades del reino y por supuesto, de los encargos que hacían del palacio., ahora el comercio local se había incrementado y en los últimos tres días habíamos vendido lo que anteriormente hacíamos en cinco o incluso una semana.

—Leia, te buscan — Marcus apareció en la trastienda.

—Voy — solté lo que estaba haciendo.

Salí a la parte delantera mientras limpiaba mis manos sucias de rotulador con un trapo húmedo. Abrí la puerta que dividía la trastienda y la tienda con el trapo en mi hombro y asomé la cabeza para seguidamente maldecir. ¿Qué demonios hacía Aaron aquí? Yo estaba toda sucia, sudada y despeinada por trabajar todo el día.

—No te esperaba — comenté con una leve sonrisa.

—Bueno, esperaba una acogida más efusiva.

—Lo siento, no te esperaba y bueno no estoy del todo presentable.

—No te preocupes, recién llegué esta mañana y quería pasar a confirmar nuestra cita de hoy — asentí — ¿Cómo has estado? — él no dejaba de mirarme detalladamente.

El disgusto en su cara era palpable.

—Bien, como ves estoy ayudando en la tienda.

—¿Desde cuándo? — fruncí el ceño.

—Desde siempre, no he dejado de hacerlo desde que regresé a casa.

—Oh bueno, supuse que te quedarías con tu madre.

—Lo hago por las tardes, en la mañana ayudo a papá, pero hoy había mucho trabajo y decidí quedarme con él.

—Bien — lo miré confundida, se veía incómodo — entonces ¿nos vemos a las siete? — asentí

—Claro, te extrañé. 

Por alguna razón las palabras salieron poco convencibles de mi boca.

—Yo también te extrañé — se acercó al mostrador donde yo estaba y tomó mis mejillas con sus manos. 

Su beso en mi frente fue delicado y suave, pero mentiría si dijera que no esperaba algo más

—Nos vemos esta noche — le sonreí y él imitó el gesto antes de salir de la tienda.

Eso fue más allá de lo incómodo. 

Giré para regresar a la trastienda y vi a papá con una muy extraña y burlona sonrisa observando desde el marco de la puerta.

Ríndete a Él (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora