La puerta de la sala se abrió de repente provocado un estruendo muy fuerte, las chicas se asustaron, pero solo era Peter. Aunque les pareció extraño ya que entró muy agitado y rápido a la casa. Por no fijarse en el camino el chico se tropezó con una pequeña mesa a su paso, lo que provocó que el jarrón callera al piso y se rompiera en pedazos.
Peter también cayó de bruses y al apoyarse se clavó algunos vidrios, provocando cortes a los que no le dio nada de importancia ya que se paró rápidamente.
—Cuidado— advirtió Lorena, lo que no fue de mucha ayuda porque el jarrón ya estaba roto y Peter con las manos en los bolsillos de sus vaqueros.
—¿Te pasa algo?— pregunta Melisa mientras el chico se debate entre acercarse o volver a salir.
—Vengan ahora mismo— dijo finalmente Peter y se retiró tan rápido como pudo.
Las chicas se miraron muy confundidas, pero lo siguieron de prisa.
—¿Qué es esto?— preguntó Lorena impactada al ver el cielo estrellado pero en tonos rojos y azul—. ¿Estamos muertos?Las cosas estaban tan extrañas y escalofriantes que pensar eso era lo más normal.
—No lo sé— contestó Peter—. Pero todo estaba normal y después escuché como si cayera un rayo y el cielo cambió a esto.Como si lo hubiera invocado, un rayo cayó a varios metros de ellos, pero una fuerza los empujó hacia atrás.
Melisa se puso de pie tan pronto como pudo y en lo primero que se fijó fue que Lorena había caído encima de Peter, por lo que rápidamente la ayudó a levantarse.
—A mi no ne ayuden, gracias— soltó el chico mientras se levantaba—, estoy bien...
Lorena iba a contestarle, pero al ver cómo cambió la expresión del chico no dijo nada y se giró para ver lo mismo que él. Melisa los imitó y tuvo que pellizcarse para comprobar que no fuera un sueño.
Allí, se les acercaba un hombre alto vestido de blanco, se sacudía el polvo de las mangas pero no dejaba de verlos.
El primer pensamiento de Melisa fue que era el Príncipe de Paz, pero ese hombre estaba sucio, tenía el cabello oscuro corto y estaba muy desaliñado para ser Él.
Tan pronto descartó la idea de la cabeza el hombre estaba frente a ellos y cuando quiso abrir la boca para dirigirles la palabra, Lorena tomó una piedra del suelo y se la arrojó en la cara.
El extraño detuvo la piedra con solo mirarla. Como un acto reflejo, los tres comenzaron a correr sin mirar atrás.Quizás los tres no eran los mejores amigos, pero cuando Melisa se quedó atrás Peter la tomó del brazo y no la dejó sola.
Al doblar la esquina el extraño apareció frente a ellos nuevamente, las chicas se detuvieron de inmediato, pero Peter le arrojó un golpe a puño cerrado que le dio en el pómulo.
Este hombre se giró lentamente hacia él y lo único que Peter notó fueron unos ojos color miel que no eran nada dulces. Se quedó inmóvil en su lugar y fueron las chicas las que lo tomaron una de cada brazo para alejarlo del hombre.
—Melisa Godoy— habló—, necesito que tú y tus amigos vengan conmigo.
—¿Qué? ¿Yo? ¿Cómo mierda sabe mi nombre?— preguntó al salir de la confusión—. Y ¿quién eres, o qué eres?
Los chicos no sabían si escaparse o quedarse, no sabían quién era ese hombre o qué quería; en un momento estaban completamente solos y en un abrir y cerrar de ojos ocurre lo del cielo y esta persona.
Se miraron entre los tres por un momento, el extraño los miró fijamente por unos segundos sin decir absolutamente nada.
—Espero que esto conteste tus preguntas— juntó sus manos en el pecho y una luz azul apareció entre las mismas, llegó al tamaño de una pelota de tenis y la arrojó al cielo con un movimiento de dedos—. ¿Y ahora?
Los tres elevaron sus cabezas al cielo y vieron que esta ya estaba normal, un hermoso cielo estrellado.
—Le aseguro que tengo más preguntas que antes.
—Adivino— intervino Peter—. Eres un mago muy bueno— lo mira de pies a cabeza y asiente—. ¿Estudiaste en Hogwarts?
—Soy el profesor Thomas Stevenson, encargado de mantener la paz en los tiempos y resguardar los mundos.
—¿Mundos?—susurró Lorena—. ¿En plural?
—Vengan conmigo y les daré las respuestas que quieran y que en verdad deban saber— el profesor les ofreció la mano hacia a los chicos.
Melisa estaba apunto de tomar su mano, pero Peter fue más rápido y le pegó un manotón al hombre.
—No— dijo el chico—-. ¿Qué sus papás no les enseñaron a no irse con desconocidos?— pregunta mirando a las chicas.
—¿Y a vos tu papá no te enseñó a aceptar ayuda cuando la necesitas?— por el tono que usó Lorena, el chico supo que no le iba a gustar lo que siguiera—. Ay, cierto, te abandonó.
Por primera vez en mucho tiempo, Peter se sintió vulnerable, pero no tenía ganas de pelear. Ya no.
—Hagan lo que quieran, yo las quería ayudar.
—Primero muerta que aceptar tu ayuda.
—Bueno morite.
—¡Basta!— Melisa detuvo la pelea antes de que pasara a mayores y todos enmudecieron—. Sí iremos.
El hombre, que hasta ahora había permanecido en silencio observando el intercambio de palabras hirientes entre los jóvenes, se giró hacia Melisa y sonrió.
—Estás loca.
—Peter, si quieres te quedas…pero yo no me voy a quedar para desaparecer, porque no sabemos lo que pasó o qué lo causó— Melisa estaba segura de lo que decía y también de que no se quería ir sola—. Yo me voy a ir con este hombre porque necesito saber qué le pasó a el resto de la personas.
—Ay, por favor— exclamó el rubio—. Pasan todas estas cosas y lo primero que piensas es en irte con el primer loco que aparece y se sabe tu nombre.
La chica lo ignoró y el profesor extendió su mano nuevamente, ella dudó un segundo, pero aceptó su oferta.
No iba a hacerlo, pero miró hacia atrás y vio que Lorena estaba al lado de Peter. Unos ojos llenos de desaprobación y otros muy determinados.
—Tienes razón— su amiga le dio la razón y se acercó para tomar la mano de Melisa—, también necesito respuestas y no te voy a dejar sola.
Las mejores amigas se miraron y sonrieron, pero no por mucho tiempo porque había un rubio gruñón al que tenían que convencer.
—Peter, esto es lo mejor— intentó la pelinegra—. Ven.
Eso no funcionó. Era turno de Lorena.
—Si no vienes me voy a asegurar de decirle a todo el mundo que no sos rubio natural.
Peter soltó una risa nasal y tomó la mano que le ofrecieron.
—Sí soy rubio natural— aclaró—. Pero no soy como mi papá.
—Aw, mira Melisa, el tarado no nos va a abandonar.
—¿Terminaron?— preguntó el profesor.
—Sí— respondió cortante el chico—, pero nos dirás lo que está pasando o se arrepentirá, Stevenson.
El adulto no dijo nada y elevó sus manos a más no poder para que una luz azul del tamaño de una pelota de handball apareciera entre estas.
Al bajar los brazos esa luz cubrió todo a su alrededor.
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Guerra de Elementos [#1]
FantasyDespués de la derrota de las brujas, Adira y Yassaria, los últimos guerreros de los cuatro elementos siguen desapareciendo de una manera misteriosa, lo que confirma las sospechas del Guardián de los mundos de que nunca las vencieron. Buscando la man...