5. Guerrera de agua

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—Eres descendiente de Dalai, la dueña del agua.

—No, yo no soy quien dices, digo, tengo 16 años y soy argentina— se apresuró a decir—, estas cosas nunca pasan en las películas. Se confundió de continente porque yo no soy guerrera de nada.

—Entiendo que estás asustada, jovencita, pero necesito tu ayuda.

Melisa no dijo nada más, no los escuchaba si le hablaban y no quería hacerlo. Necesitaba pensar.

Nunca ni en sus más remotos sueños pensó que ella sería... una guerrera de agua y mucho menos que alguien vendría a buscarla especialmente a ella.

Además por supuesto que tenía miedo, miedo del porqué, para qué y cómo.

Estaba aterrada, pero su mamá le enseñó que hacer las cosas con miedo era mucho mejor porque al lograrlo no había sensación más satisfactoria.

Quizás. Solo quizás sí quería adentrarse al extraño mundo de este profesor.

Sacudió la cabeza para expulsar los pensamientos de su cabeza y se encontró con una Lorena muy preocupada.

—Melisa, todo estará bien no te preocupes, yo estaré contigo hasta el final de mis días.

—Gracias— respondió—. Estaba pensando, tranquila.

Lorena asintió y se hizo a un lado para dejar que Melisa avanzara hacia el profesor. Estaban cara a cara, pero no se dirigían palabra alguna.

—No tengo idea de cómo, pero lo voy a ayudar— afirmó Melisa—; pero con una condición.

—¿Cuál?

—Me va a contar todo lo que sabe— el profesor dudó un poco antes de contestar, parecía no querer aceptar esa condición pero no tenía otra opción—. De lo contrario olvídese de mí.

—Trato— contestó Stevenson estrechando la mano con la joven—. Pero te diré las cosas a su debido tiempo.

Quizás su cerebro estaba saturado de información, pero ella tenía preguntas que no podían esperar.

—¿Cómo es que soy una guerrera?— preguntó Melisa al profesor—. ¿Los eligen al azar o acaso es por herencia?

—Por herencia, pero tú eres adoptada— respondió con frialdad—. Tus padres biológicos fueron asesinados.

—¿Qué?

Bien. Sí fue mucha información de repente, o quizás no tanta, pero simplemente fue demasiado.

—Como lo escuchaste niña, a tus padres los mataron poco después de tu quinto cumpleaños— explicó el profesor.

—¿Por qué?— preguntó Lorena ya que Melisa estaba encerrada en sus pensamientos nuevamente.

—Porque querían acabar con todos los guerreros, y casi lo logran— contestó el profesor un tanto serio.

Los ojos de este hombre que hace poco era solo un extraño parecían esconder un pasado muy doloroso, pues la tristeza al contar todo eso a los chicos no podía disimularse.

Melisa seguía sin prestarles atención, para ella era más importante recordar si en algún momento hubieron señales de que fuera adoptada.

No las encontró y decidió no darle más vueltas ya que tenía una familia que la amaba.

—Entonces, ¿yo soy la única guerrera de agua?— preguntó Melisa.

—Tu respuesta es demasiado obvia, jovencita— respondió Stevenson con obviedad—. Pero hay tres guerreros más, uno de cada elemento.

La chica seguía confundida pero ahora no se sentía tan sola, habían más guerreros en el mundo, quizás solo cuatro en total, pero no era ella sola.

Guerra de Elementos [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora