Volver al tren es un fastidio. Si no fuera por Luna que me mantiene ocupada gran parte del tiempo ya estuviera al borde de la locura.
Jake se encuentra a unos asientos detrás de mí. Siempre que lo vuelvo a ver me está viendo con una sonrisa justo como la última vez que habíamos estado dentro del tren. Que gusto saber que lo tengo de mi lado, que está conmigo a capa y espada. Que no me deja. Que está en las buenas y en las malas.
Verlo de lejos me hace sentir como si me hubiera encontrado a un viejo amigo, increíblemente raro sabiendo que en realidad nunca se fue. Pensar en el daño que nos estaba haciendo ese secreto entre nosotros. Ahora me siento diferente.
Había compartido un pequeño "Buenos días" con el príncipe Max. Y eso había sido suficiente para no querer volver a verlo nunca. Pero me aguante, sonreí y me mantuve bajo control. Seguía ocupado sentado a unos asientos delante de mí revisando papeles con los mismos dos hombres.
¿Qué estás haciendo? ¿Quieres conquistar otros reinos? ¿Provocar más guerras? ¿Matar a más gente? ¿Engañar a más mujeres?
No podía perder la cabeza.
Después de un rato de viaje y teniendo al príncipe Max ocupado, le hice señas a Jake para que se sentará a mi lado. No habíamos podido hablar desde anoche.
- No sentí cuando te fuiste en la mañana- susurró una vez que se sentó.
- No te quería despertar, todavía tenía que hacer mi maleta.
- ¿Le dijiste a la princesa Elena? - me pregunto preocupado.
- Sí, fue a mi habitación - le respondí volteando los ojos.
Y él suelta una carcajada, lo que hace que yo suelte otra.
Habíamos estado de acuerdo que no iba a ser necesario buscar a la princesa, con lo curiosa que es ella vendría a mi habitación.
Me gusta esto, el tenerlo cerca. El oler su perfume.
Describir cómo huele Jake es casi imposible, es un olor muy específico y sólo es de él. Es el olor a él combinado con el perfume que había usado toda su vida, que le quedaba demasiado bien. Su perfume lo identificaba como Naranja. No la fruta naranja o cualquier naranja, si no era naranja como un atardecer.
Jake olía como el color naranja de un atardecer. Es algo que nunca le he dicho. Era especial, él es especial.
Nos quedaban 2 horas de camino y yo ya no podía soportarlo.
Le pedí amablemente a la mesera que me trajera una copa de vino, quería que se aligerara el ambiente.
A pesar de que yo no tomo, era demasiado el peso que sentía en mis hombros. Realmente lo necesitaba.
Sentía encima de mí los ojos del príncipe Max mientras le tomaba el primer sorbo a la copa. Que se vaya a la mierda.
Después de dos copas siento el ambiente más ligero y la lengua más suelta...
Y teniendo a Jake a un lado se me hace muy fácil decirle.
- Mandemos todo a la mierda, vámonos tú y yo, escápate conmigo...
- Estás loca - me dijo con la sonrisa más grande que le he visto en un buen rato.
Ay que aburrido.
- Eso no decías el día que te enteraste de mi compromiso - le susurro lo suficientemente fuerte para que me escuche.
- Eso fue hace mucho tiempo.
Mis ojos se llenan de lágrimas. Tú no Jake. Que me dejen de querer todos menos tú. Que le deje de importar a todos menos tú.
Después de un rato de silencio se acerca a mi oído y me dice.
- Yo dejaría todo por ti, pero primero tenemos un reino que salvar.
Y tenía razón. Y yo lo sabía.
Aviento mis brazos empapándome de él en un abrazo.
- No te merezco - le dije estando cerca de su oído.
- Yo no te merezco a ti - me dijo antes de que terminara mi oración.
Y duramos un rato así abrazados.
Valiéndome una mierda la mirada penetrante del príncipe Max, sin imaginar todo lo que venía...