- ¿Podemos irnos a un lugar más privado? - le pregunto mientras recupero el aliento.
- Por supuesto.
Mientras nos dirigimos a mi habitación, viendo a los miles de trabajadores ayudando a decorar el castillo, no puedo evitar sentir un vacío.
Un vacío que no sé con qué pueda ser llenado.
Camino con paso firme y confiada, como si tuviera una idea de lo que va a salir de mi boca cuando Luna y yo lleguemos a mi cuarto.
¿Qué tal si ella es cómplice? Preguntarle es delatarme. Preguntarle es revelar lo único que tengo, la finta. La finta de que soy una novia enamorada, que me caso pensando en un felices para siempre y que no tengo idea de que una guerra está por empezar.
¿Vale la pena correr el riesgo?
¿Qué tan fiel es Luna? ¿Qué tan involucrada está en todo esto? ¿Qué tan embobada está del príncipe Max? ¿Qué tanto conoce del plan?
Mientras abro la puerta de mi recamara siento mis manos sudar. ¿Qué hago? ¿Qué es lo más inteligente? No lo quiero arruinar. No lo puedo arruinar.
Tal vez esto no fue una buena idea. La adrenalina me ganó. No puedo sólo actuar sin pensar.
Es una medida desesperada. Estás desesperada.
Me siento en el sillón y espero a Luna hacer lo mismo.
- Perdóname por interrumpirte, sé que debes estar muy ocupada.
- No se preocupe princesa, hay muchas personas apoyándome para que todo quede perfecto mañana, no es ninguna interrupción. ¿En qué la puedo ayudar?
Se ve tan linda. Tan sincera. Si no la hubiera visto entrar al cuarto del príncipe Max con mis propios ojos no lo hubiera creído.
Un escalofrío pasa por mi espalda.
Seguro ella sabe todo. Seguro va y le suelta toda la sopa al príncipe Max si yo le digo que lo sé. ¿Qué hago? ¿Qué le digo?
- Luna es algo muy tonto... tal vez no debí traerte hasta acá.
Tengo que salirme de este embrollo que yo misma provoqué. ¿Qué le digo? Algo de la boda. Alguna duda de la boda. ¿Flores? ¿Vestido? ¿Mesas?
- Me siento muy nerviosa por casarme y es algo que no puedo hablar con nadie.
Su sonrisa se hace más grande. Casi como si sintiera alivio que le dijera eso.
- Es totalmente normal princesa, no hay nada de qué preocuparse. Yo nunca me he casado pero me imagino que es algo muy común con las novias...
- ¿Tienes algún consejo que pueda ayudarme?
- Diviértase. Gocé su último día estando soltera. A partir de mañana entra a otra etapa.
La sentí tan sincera que mi única reacción fue sonreírle. Mierda.
- Antes de que te vayas ¿Tienes alguna idea de a qué hora llega mi padre del Reino Sur?
- No tengo esa información, tendría que hablarlo con el príncipe Max.
- Cuando lo veas, ¿puedes llamarlo a mi habitación?
Ella asciende y un poco apresurada se levanta y sale de mi habitación.
Y me quedo ahí, sin saber qué hacer.
Pensando en que perdí mi única oportunidad de poder averiguar algo.
No tengo a nadie, estoy sola con este gran cargo de conciencia que me abruma. ¿Dónde quedó la Violetta energética de hace unas horas? La que pensaba que todo podía.
Lágrimas caen por mi cara. No tengo idea de qué hacer.
Tocan mi puerta.
Rápidamente corro al baño. El príncipe Max no me puede ver así.
Después de unos momentos abro mi cuarto y sin hacer contacto visual con nadie un cuerpo se abalanzó sobre mí.
El olor a naranja me invade.
- Tengo un plan, tengo un plan. - me susurra al oído.
Lo abrazó con fuerza. Mis ojos se vuelven un mar de lágrimas.
Ya está aquí, por fin está aquí.