• El Chocolate •

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Me gusta y me da risa este shot. O sea, no tiene nada de gracioso, pero es que, jajaja. Una vez, después de mucho tiempo, lo leí y no me acordaba de la parte del chocolate. Y desde ese día, me doy risa a mi misma.

No sé las razones para que me siga riendo, pero ajam. El shot es bonito, el Lic también y a todxs nos gusta eso xd

Lic, lo amo demasiado, y aquí es sumamente tierno... si no terminan amándonos más -otra vez- no sé qué pasa por su cabeza jsjs

▪︎☆▪︎

Siempre he sabido que las muestras de afecto no son muy de su agrado. Pero a pesar de eso, lo amo y, de alguna manera sé que él también me ama, aunque no lo demuestre a menudo con palabras.

Siempre me imaginé estar en una relación en la cual, mi pareja me llenará de "te amo"s todos los días, pero, algo tenía él que me hacía estar aquí aún sin que lo dijera.

Hoy saldríamos a cenar por aniversario. Cada mes, desde hace 6 años nunca se le pasa por alto. Siempre se acuerda, y esa es una de las cosas que me hacen sentir su amor.

Subimos a la motocicleta y una vez que tuvimos puesto nuestro casco, arrancó.

En el transcurso del camino, más específicamente en un semáforo rojo, pude divisar a lo lejos a una pareja tomada de la mano, lista para cruzar por el cruce peatonal al otro lado de la avenida.

Creo que... Hitoya y yo nunca hemos salido a algún lugar tomados de la mano. Es más, ni siquiera caminamos, siempre vamos en la moto o permanecemos en casa.

Llegamos al restaurante, el mismo de siempre.

¿Por qué a este? ¿Por qué no a otro?

¿A caso no quiere que nos vean juntos?

—¿Ocurre algo?— preguntó sacándome de mis pensamientos. Me quitó el casco de las manos y yo volteé a verlo.

—¿Huh? Ah, no es nada— respondí sin importancia y comencé a caminar hacia el restaurante, pero me detuvo.

—Si, algo te pasa. ¿Qué sucede?

—¿Por qué piensas que me pasa algo?— pregunté con un poco de fastidio volteando a verlo.

—Eres mi novia, te conozco mejor que nadie. Conozco esa mirada, y eso, sin contar tu reciente cambio de tono.— soltó una risa.

Quizá por ser abogado se veía como alguien rudo, pero, la realidad era que era un abogado fuera de lo comun, y cuando se trata de estar sólo conmigo, se vuelve la persona más blanda del mundo... a veces.

—Pues no lo parece.— al ver que no tuve la misma reacción que él con mi comentario, se aclaró la garganta y me miró.

—¿Hice algo mal? ¿Vas a terminar conmigo?

—No me faltarían razones.— me miraba sorprendido.

Se sentó en la moto de nuevo y me tomó de la cintura acercándome a él. Me tenía entre sus piernas, no podía huir.

—Hablemos, ahora. Vamos, dime ¿qué es lo que pasa? ¿Por qué quieres terminar?

—Déjate de juegos y entremos, vamos a perder la reservación.

—Al diablo la reservación. Necesitamos hablar.

—¿De qué?

—Tú dime.—mi silencio, hizo que siguiera hablando. —¿Crees que tengo a alguien más? ¿Crees que te engaño?

—¡No! Sólo que... analizando todo, no creo que me ames tanto como yo a ti.— esperaba todo, menos una risa. —¿Qué es lo gracioso?— quería llorar, en serio.

Volvió a acomodarse en la moto, me puso el casco y me sentó en sus piernas, arrancando.

Dios, por favor, no permitas que tengamos un accidente y salga volando su cabeza por no traer casco.

Llegamos a casa. Me quitó el casco y opté por correr y esconderme. Claro que no tardó en alcanzarme, después de todo, siempre persigue a Kuko.

Me tomó por la fuerza y me llevó hasta la sala. Me resistía, pero una vez que me sentó en el sofá, dejé de patalear, pues se puso sobre mi impidiendo que me moviera libremente.

—Sueltame.

—No.

—¡Ya! Sueltame y déjame ir a llorar al cuarto— me quejé intentando contener las lágrimas.

—¿Crees que no te amo?— aquí está mi silencio nuevamente. Tomó mi mentón y me hizo mirarlo. —Dímelo, ¿eso creés?

—¡Tú nunca me lo demuestras!— le grité y comencé a llorar.

Bajó de mi y se sentó en el sofá, pensando sobre lo que acababa de decir.

—No creí que lo sintieras así.— colocó una de sus manos sobre su boca, luego me miró y tomó mi mano entre las suyas. —Yo... tú sabes que no soy muy bueno con eso de las muestras de afecto. Pero mi amor por ti, está presente en cada chocolate que te traigo cuando regreso de trabajar, en cada mensaje de "¿ya comiste?"— suspiró.

Eso era verdad. Después de un día pesado en el despacho, llegaba con mi chocolate favorito y me lo daba sin razón alguna. Si había tenido un juicio y ganaba (que era muy seguido) recibía una caja de chocolates.

Siempre se preocupaba por como me encontraba y que tal me había ido en el día.

Quizá si, no lo decía, pero lo demostraba. La ciega aquí era yo, que nunca pensé en esas demostraciones de afecto.

—Te amo demasiado— se acercó un poco más a mi rostro y unió nuestros labios. —¡Dios, te amo tanto!— y me dio un beso, tras otro.

—Soy tan tonta. Dejo que mi cabeza se haga ideas y no le presto atención a lo que realmente haces...

—¿Quieres más muestras de afecto? Haré lo que sea con tal de que, no dudes de mi amor.

—Tampoco quiero que te veas obligado a hacerlo. Pero, de vez en cuando no estaría mal.— reímos.

—¿Quieres... ver una película mientra te lleno de besos?— asentí con una gran sonrisa.

Me amaba. Realmente lo hacía, y no hacía falta que lo dijera, pues lo demostraba.
















• E X T R A •

Nos encontrábamos en el sofá abrazadas, mirando la televisión. La película la había escogido yo. Los protagonistas habían ido a cenar por su aniversario, justo como nosotros el día de hoy.

—Eso me recuerda que no he comido.

—Ah, cierto. Nos regresamos y ya no cenamos. Eso también me recuerda, que ya no hice lo que tenía planeado.

—¿Qué cosa?— me soltó y levantó a buscar su chaqueta. Buscó algo y se aclaró la garganta.

Su mirada era decidida, y me decía por completo lo que tramaba.

—No, Hitoya. Me porté muy mal hoy, y no merezco...— me quejé.

—¿No quieres el chocolate?

—¿Eh?— tomo mi mano y sobre esta, dejó un chocolate.

Ah si, y un anillo pegado a el.

—Te dije que no.— él se río y unió sus manos con las mías.

—No pensé que justamente hoy fueras a decirme que no te demuestro que te amo. ¿Quieres más pruebas?

—Si. Que me lo propongas bien.

—Esta bien.— se hincó sin soltar mis manos y me miró. —¿Quieres...?

—Si.— lo interrumpí con una sonrisa y me acerqué a besarlo.

Las falsas ideas pueden arruinar todo. Que bueno que me ayudó a entrar en razón para que en este momento, estemos así.

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