-aroma-

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Viktor estaba a punto de terminar de enroscar el último tornillo del día de hoy. Había trabajado toda esa semana para que estuviera listo, pero tener a un alfa a punto de tener su celo en el laboratorio no era una condición óptima para hacerlo. No es que no pudiera simplemente ignorarlo... la voz y la imagen de Jayce podía ignorarlas sin problema. Pero su aroma... ¡Oh diablos!

El aroma de Jayce era picante, a metal nuevo y pulido, con un toque de canela. De solo pensar en ese aroma le hacía temblar las piernas; gracias a la ciencia que estaba sentado, tomando una larga bocanada de aire pudo verificar que todo estaba bien, ningún olor lo interrumpe en su trabajo.

Había mandado a esterilizar el laboratorio esa misma mañana antes de dejar a un adormilado y pronto-en-celo Jayce en la cama. Revisó su reloj rápidamente, solo habían pasado dos horas, el alfa seguro aun no despertaba, por lo general se adormece tiempos antes del celo, su instinto guardando energías para que pudiera... encargarse de su omega en los próximos días. Y oh que si se encargaba de Viktor...

Sacudió su cabeza y agarró el destornillador con fuerza de nuevo. Nada de distracciones.

—Buenos días Viktor, pensé que estarías fuera hoy.

El nombrado miro la puerta recién abierta, captando con horror un olor conocido por el... la canela.

—Sky... solo vine a terminar de armar el prototipo. ¿Por qué no estaría aquí?—Pregunto volviendo a su trabajo para ignorar la taza de humeante té de canela que traía la becaria.

—Oh, de camino hacia aquí escuche que el consejero Talis estaba... indispuesto.—Contestó con nerviosismo Sky mientras se acomodaba en un escritorio.

—Bueno, él es un hombre capaz de cuidarse cuando se encuentra en aprietos, no hay motivo para que me encargue de él. — Aclaro Viktor sin saber por qué.

La estudiante sonrió hacia su encargado de proyectos y se puso manos a la obra. En cambio Viktor comenzaba a subestimar su manera de ignorar el olor en el aire, así que pasado unos minutos se levantó y se dirigió al cuarto contiguo para recoger otro tornillo, pues el suyo de tantos intentos se había astillado. Mientras entraba a la habitación se recargo en un estante.

—Diablos, diablos...—dijo susurrando.

Rápidamente cerró la puerta con seguro, de la forma más silenciosa posible. ¿Qué clase de canela estaba usando su ayudante? Era tan fuerte que se había pegado en su ropa. Se sintió mareado un momento antes de sentir algo escurriendo por sus piernas; sólo esto podía ocurrirle a él. La canela con el aroma de las herramientas nuevas en el cuarto había hecho explosión en su nariz, llevándolo a recuerdos nada decorosos de su novio y él en las habitaciones... o en cualquier lugar que a Jayce se le antojara montarlo.

Con cuidado busco bajo los estantes una caja especial que tenía ahí. Sacando su llavero, busco la que le correspondía y abrió en silencio. No podía creer que tendría que hacerlo, se sonrojo al sacar la "herramienta" que sacó de ahí. Era un "plug", especial para cuando su celo llegaba, una especie de tapón, que evitaba que saliera todo de su cuerpo y escurriera los pisos de la escuela. Bajo los pantalones rápido y sigiloso, e inserto... aquello en donde debería. Suspiro aliviado.

Sentir algo parecido a un nudo alfa que evitaba que su espesa esencia saliera le daba un poco de alivio. Jayce seguro estaría feliz cuando llegara al cuarto y lo viera con el puesto, maldito alfa pervertido. Dio una bocanada grande de aire, dándose cuenta que el olor de la persona de sus pensamiento se hizo más fuerte, en ese punto pensaba que era su imaginación, ansioso por salir y buscarlo. Una parte de él estaba feliz que comenzará a contestar a los celos de Jayce, lo hacía sentirse menos... defectuoso.

Tal vez pareciera que ese olor le hacía contestar a unos instintos primitivos en él pero... también le traía paz, la canela le recordaba el calor que la especia le hacía sentir, el metal a la ingeniería que siempre le apasiono. Le volvía loco, pero a la vez le hacía sentir seguro. De niño había sido propenso a sentir mucho frío, no solo física, sino con la mirada y gestos que le dirigían los demás. Hasta que conoció a Jayce, a ese alfa testarudo y caprichoso, a ese caliente y apasionante hombre, tonto y hermoso hombre. Suspiro con añoranza algo que no se atrevería a hacer adrede delante del objeto de sus deseos, porque seguro le daría una de esas sonrisas más brillantes y cálidas que el sol.

Mientras sentía que se quemaba por dentro, tomó unos tornillos y salió con cuidado del cuarto. Pero al hacerlo, una ola de ese calor que trataba de ignorar para seguir su trabajo lo atacó con todo.

Para su no sorpresa, un Jayce desaliñado, apenas peinado y con ojos idos le daba la bienvenida.

—Te... estabas tardando cariño...—Le hablo con hambre el hombre.

Viktor miro rápidamente la fila de hojas que seguro Sky había dejado por irse apresuradamente, órdenes de Jayce seguro.

—Jayce, tu...

El nombrado no le dejó terminar y se abalanzó hacia él, aspirando su cuello con gula. Gimió sobre la cabeza del hombre, el olor lo estaba mareando de sobremanera y pronto olvidaría donde estaba.

—Mio, mío...—Le gruñó en el cuello mientras le daba besos hambrientos y trataba de deshacerse de la ropa del omega.

Viktor tomó una última bocanada consciente a la habitación antes de perderse en el momento intenso que estaba seguro vendría.

—Siempre tuyo...

*Imagen por cosbeans

-OMEGACEMBER- Jayce/ViktorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora