-instintos-

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Viktor sintió una sensación conocida, que bajaba desde su garganta hasta sus pies.

—No, por favor, no me hagas esto...— susurro mientras golpeaba el suelo con su pie. —Hoy no.

Era el día del progreso, el segundo ahora que trabajaba con Jayce. Aunque llevan dos años trabajando juntos, percibe levemente que su compañero de proyectos no sabía que era omega. Todos en la academia lo tomaban por un normal beta, y agradece por eso, pues solo tomaban a los omegas como un adorno más, secretarios y futuros esposos de las mentes más "brillantes" de Piltover. Volvió a su realidad cuando sintió algo resbalando lentamente por sus piernas, tenía que irse. Pero llevaba mas de 5 minutos mirando con atención a Jayce, el alfa tonto que ahora estaba dando el discurso otro año mas. Se acercó inconscientemente, como si quisiera salir de detrás de bambalinas y...

—¿Qué crees que haces?—se dijo en un murmullo mientras hacía una mueca de dolor y se balanceaba para no seguir caminando.

Busco entre sus bolsillos sus supresores, maldiciendo porque el maldito orador de ahí afuera había cambiado su vestimenta en el laboratorio, dejando sus supresores en el otro saco. Igualmente su celo había sido un mes atrás. Por lo general tenía su celo por lo mucho dos veces al año (cuando a un omega le llegaba 5 veces al año, cada 3 meses). El año pasado, llegó tres veces y eso le sorprendió.

—Necesito...—dijo mientras trataba de estirar levemente su brazo hacia Jaye.

Increíblemente su mente le hizo ver que Jayce le dio una mirada con un leve movimiento de ojos a su dirección. Ah, odiaba sus instintos, no había control ni razonamiento en ellos. Con un sollozo se alejó hacia el camerino que les habían asignado al llegar, tenía que calmarse antes de cometer una locura.

*/*/*

—...por eso queremos seguir en pie, para que, todos juntos, ¡logremos el progreso!—fue lo último que dijo mientras levantaba un brazo al aire.

Después de los vítores y que el maestro de ceremonias tomara su lugar se apresuró tras bambalinas. Había visto por el rabillo del ojo a Viktor trastabillar, pensaba que se había olvidado de las vergüenzas y que entraría para estar aun lado de él su compañero... de proyectos. Pero ahora que daba pasos seguros al lugar donde había visto al Zaunita, ya no estaba pero había un olor...

—Concejal, en dos horas será el baile de beneficencia y la concejal Medarda me pidió que se dirigiera con su pareja a...—el ayudante que le habían puesto hoy llegó aun lado de él.

—¿Hueles eso? —interrumpió Jayce mientras olisqueaba el aire sorprendido.

—¿Uh? No señor, no huelo nada, pero es importa...—

—Si, si, estaré ahí en dos horas, iré al camerino...—dijo interrumpiendo, creía brevemente qué era lo que olía, sonrojado y alegre porque el otro no se diera cuenta.

¿Realmente podría ser? Viktor en celo...la boca se le hizo agua sin saber por qué...

*/*/*

—¿Viktor? ¿Estás aquí?— preguntó entrecortadamente mientras le llegaba una ola de ese olor que le estaba ahogando, chocolate y menta.

—Jay... Jayce, ayu...ah—

Miro rápidamente hacia donde provenía esa voz que le acalambro una parte bajo el. Su boca se secó ante la vista de quien claramente estaba enredado en la ropa que había traído de su cuarto para los diferentes eventos que tenía. Viktor estaba con una camisa que le quedaba muchas tallas grande, evidentemente suya, y bajo él había una especie de nido, pero lo que mas llamo su atención fue que llevaba en sus brazos la ropa que usó en la mañana para la exhibición de una de las herramientas de forjar novedosas de los Talis, una prenda especialmente llena de su olor, un poco sucia por la grasa y el sudor por el esfuerzo del trabajo de presentación.

Se acercó rápidamente cuando vio a Viktor querer acercarse a él, alejándose de su cómodo nido. Por alguna razón no quería que se alejara de ahí, quería verlo en el nido que había hecho para ellos. ¿Para ellos? Una cachetada mental le hizo morderse el labio para aguantar las ganas de abalanzarse. Nada le decía que su compañero había echo eso para el... "claro que es para ti, tonto alfa, mira tu ropa, le encanta...esta listo para ti" Una voz interna le dijo mientras veía el circulo húmedo que se hacia bajo el cuerpo de Viktor en el nido.

—Ne...necesito, te necesito.—dijo con dificultad Viktor mientras se recargaba en sus piernas. —Necesito tu nudo, Alfa.

Las piernas de Jayce fallaron. Viktor se estaba entregando a sus instintos, nada le decía que realmente no estaba así por el olor de Alfa de Jayce, y no por Jayce mismo. Nada le decía que el que estaba ahí y era el "real" Viktor" aquel omega confundido con beta, su compañero de proyectos, su ¿alma gemela? aquel que le salvó la vida, frío y hermoso Viktor. No sabía en qué momento pero ahora estaba de cuclillas frente a él, tomando su rostro, rosa por el bochorno y el calor del celo, sus ojos cristalizados por el deseo, sus hombros descubiertos por la forma torpe de ponerse aquella camisa más grande.

—Yo... Por favor, seré bueno.—le susurró mordiéndose el labio el omega acercándose a él tocando suavemente su muslo para llegar al bulto que ya se le había formado. —Solo esta vez, ayuda...ayúdame.

Jayce volteo asombrado a los ojos de Viktor que dieron una chispa de autocontrol.

—No me rechaces...—le dijo sollozando.

No podía, no podía resistirse, vio esa pequeña chispa en su compañero y no lo dudo. Rápidamente envolvió un cinturón grueso en el cuello del otro. Sin accidentes, pensó, pues realmente sabía que él también caería rendido por su instinto.

Sentir bajo el a Viktor, tan diferente, pidiendo más, rasguñando, gimiendo a medias su nombre, había sido lo más delicioso que había pasado hasta ahora en la vida de Jayce. El cuerpo más pequeño se amoldaba tan bien que se preguntó infantilmente si alguna deidad había hecho a Viktor especialmente para él. No sabía cuánto tiempo había pasado, cuando por segunda vez descansaba su cuerpo aun lado de Viktor, esperando que su nudo se bajara, estaba tan atontado, cuando escuchó que tocaban la puerta

—Jayce, se que estas ahí, no se como diablos te metiste en esto, pero te cubriré. Solo recuerda que me debes algo grande. —escucho la voz de la concejal Medarda tras la puerta.—Te dejo un cambio de ropa y una manta. En una hora se despejara el camino para que puedas regresar a tu casa, una de mis guardias personales te escoltara para que nadie los vea. Cuidese mucho, concejal Talis.

Sonrió tontamente mientras quitaba unos mechones mojados por el sudor de la frente de su compañero de proyectos, y si no fuera por ese maldito cinto de cuero, ahora lleno de agujeros por las mordidas de apareamiento que el alfa hizo cada que se descargaba en el pequeño omega, serian compañeros de vida.

Mientras se vestía y tapaba a Viktor pensó en cómo cambiaría ahora su relación. Estaba tan seguro de lo avergonzado que estaría el zaunita por caer de esa forma a su celos, de la forma que buscaría evitarlo, sonrió pícaramente, lo conocía tan bien en tan poco tiempo que solo saboreo lentamente la forma en que lo haría volverse loco por el.

Mientras caminaba a su hogar con el otro en brazos, pensó en todas las formas para mantener al otro a un lado de él. No se dio cuenta que mientras entraba por las puertas de su habitacion el otro había despertado con una nueva ola de calor.

—Alfa, por favor, cuídame...—dijo en un suspiro bajo, solo escuchado por el alfa.

—Siempre omega, mi omega...—dijo con deseo mientras lo acomodaba con cuidado en la cama—Te cuidare tan bien...déjate llevar una vez más ¿Si?— dijo con cariño.

Y de nueva cuenta, se entregaron a su instinto.

*Imagen por stupidtemplar

-OMEGACEMBER- Jayce/ViktorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora