Capítulo 20

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Nayeon lo sabía, con cada palabra que escuchaba de Vant, lo confirmaba

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Nayeon lo sabía, con cada palabra que escuchaba de Vant, lo confirmaba. La pelinegra era su completa perdición, el ángel maldito que llegó a arruinarla.

Pero no comprendía.

"¿Por qué no hago nada?" —se preguntaba mirando sus largas pestañas, bailar cada vez que cerraba los ojos.

—Yuta debe ser mío... —alcanzó a escuchar por suerte, entre el espacio en que su cabeza volvía a tomar atención a las palabras de su benefactora.

Y volvía a preguntarse cosas sobre Vant, y tantas otras que quería saber de ella.

"¿Por qué su boca es tan perfecta?"

Extrañamente, no sabía que era lo que sentía por ella. Si aquello era una envidia peligrosa, admiración... o en realidad le gustaba Kim Vant.

—Agradezco lo que hiciste con Jae bi, puedes informarle que aceptaré hablar con ella en un par de días... —continuó Vant, acostumbrada al limbo en el que siempre solía estar Nayeon.

—¿Pero quieres además a Yuta? —preguntó tomando el hilo de la conversación.

—Así es. 

"No" —dijo su mente.

—Bien. —soltó su boca al ver a Vant sonriendole directamente a ella.

Sólo a ella.

—¿No te importa las consecuencias de esto? —preguntó Taehyung qué estaba al lado de Vant.

—Si...

Tae rió, mirando fugazmente a su amiga. Pensando algo obvio en su mente y confirmando además lo que hace meses especuló.

—¿Entonces por qué aceptas? —rió con aquella gruesa y exquisita voz.

Nayeon lo miró con odio mientras se ponía de pie con rapidez.

—No preguntes estupideces. —le gritó roja. Por su rara pregunta.

—Nayeon... —Vant llamó su atención con una pequeña y divertida risa.

—¿Dime? —dirigió toda su atención hacia ella.

—Puedes irte... —hizo una pequeña pausa para mirar un poco más aquella reacción tan esperada —y dile por favor a Yoongi que está fuera, que tardaré cinco minutos más de los esperado.

Toda admiración en su rostro desapareció con rapidez y solo asintió con la cabeza. Saliendo del lugar.

Cerró las puertas, acariciandolas a su paso, imaginando como las delicadas manos de Vant pudieron haberlas tomado antes, así como ella lo hacía ahora.

Al seguir caminando, sin ambargo se encontró, no queriendo hacerlo, a el susodicho Yoongi.

—Nayeon... —se levantó del sofá estilo victoriano, en el que estaba sentado.

𝐸𝑛 𝑡𝑢 𝑝𝑖𝑒𝑙 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora