𝐸𝑛 𝑡𝑢 𝑝𝑖𝑒𝑙 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛

Capítulo 9

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
—poema XX de Neruda

(...)

"Querido sol...

Soy yo de nuevo en un feliz viernes, dejando mis sentimientos plasmados en estas absurdas cartas que quizás han de provocar lo más mínimo en ti.

Kim, me gustaría pedirte compasión, ¿acaso no sabes como atacas mi pobre alma? ¿Por qué cariño mío, por qué tienes que sonreír tan bonito?.

Juro que he buscado, a favor de mi voluntad y hasta a veces en contra de esta, recursos para dejar de pensar en esos lindos ojos verdes que posees. En vano ha sido, elegante figura hecha por satanás. Lamento la comparación Kim, pero solo él es capaz de crear semejante belleza enloquecedora de hombres débiles como yo.

Sé que lees mis cartas, sé que no las tiras como las demás que te han de llegar a diario, gracias por no rechazar las confesiones de alguien que se ha enamorado de ti tan tontamente.

¿Te ha de parecer patético Kim? Parece importarme mucho más el que tu estés bien, antes que mi propia salud.

Por favor, cuida de ti, alguien tiene que seguir volviendo loco a los hombres franceses y a mi.

PD: Otro viernes en los que deseo tenerte."

(...)

Sigilosamente dejé una nueva carta en el casillero de Kim. Había aprendido su contraseña hace semanas, más bien ella me la había dado. En un favor que me pidió, el de llevar sus cosas, me delató el arma secreta tan bien guardada.

Cerré la puerta metálica despacio, tratando de que no resbale entre mis manos sudurosas.

—Así que otra carta más... —susurraron a mi oído causandome espasmos.

Cerré la puerta con rapidez, olvidándome de el ruido.

—Mierda... —pronuncié apoyándome en el mismo casillero de Kim, debido a la impresión, mirando a la imprudente que me había atrapado.

—¿Sabes que ya está por llegar? —rió tomando un rubio mechón de su cabello para jugar con él.

—Prometiste que no le dirás nada... —dije rápido, cargado de miedo.