Capítulo 2

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La joven sabía perfectamente lo que causaba en los hombres y mujeres que la miraban, tenía plena conciencia de que la deseaban y eso en vez de enorgullecerle, le molestaba a sobremanera

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La joven sabía perfectamente lo que causaba en los hombres y mujeres que la miraban, tenía plena conciencia de que la deseaban y eso en vez de enorgullecerle, le molestaba a sobremanera.

Estaba categorizada, en su propia universidad, como una chica de "élite", alguien inalcanzable. Lo que ellos no sabían es que en realidad no le daba importancia a los sentimientos sexuales de los demás, debido a que lo encontraba superficial y morboso, no porque era demasiado bella para todos los que le declaraban su amor.

—¡Kim! —gritaron tras ella, en el inmenso pasillo del edificio estudiantil.

La muchacha rodó los ojos, cerró su casillero y no hizo caso alguno a la persona que venía corriendo hacia ella.

"Respira Kim... no seas grosera Kim" —pensaba buscando la manera de calmarse.

—¡Kim, aguarda!

Pero ella emprendió su camino con rapidez.

No le quedó otra al chico que correr con todas sus fuerzas, hasta lograr posicionarse frente a ella.

—¿Qué necesitas? —preguntó cabreada al verlo, cesando su caminata, para mirarlo directamente a los ojos.

—Espera... —el chico apoyó sus manos en sus rodillas, tratando de recuperar el aliento —me he cansando...

—No tengo tiempo... —Dijo esquivándolo, para poder ir a su clase.

—¡No! —la tomó con fuerza del brazo —espera, lo siento...

—¿Puedes hablar de una vez? Voy tarde, Yugyeom... —suspiró, soltándose de su agarre.

—Quería darte esto... —extendió una pequeña cajita de terciopelo en sus manos.

—¿Qué es? —preguntó sin recibirla, algo desconfiada, sabía en el lío que se podría estar involucrando.

—Un pequeño regalo para ti... —Él sonrió.

—Gracias, pero no. —quería volver a caminar, pero no la dejó.

"Respira Kim." —repitió.

—Recíbela por favor... —pidió, mirando los verdes ojos de la chica.

—Ve y dásela a tú novia... ¿Quieres? —aburrida, salió como pudo de ahí.

—¡Terminé con ella, por ti! —gritó él a sus espaldas.

"Cuando dices no, es no, puta madre." —pensó haciendo una mueca.
Ni siquiera se volteó a verle, siguió su marcha como si nada hubiese pasado y llegó a su clase después de algunos minutos.

Se sentó en uno de los pupitres de delante, sacando su libreta de anotaciones y un afinado lápiz rosado.

Sus manos trazaron unos bocetos algo difícil de entender a primera vista, pero la incomodidad ya se había apoderado de aquel pecho dispuesto a sentir lo mínimo.

𝐸𝑛 𝑡𝑢 𝑝𝑖𝑒𝑙 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora