Capítulo 25

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Había dejado a Vant con los doctores, y ahora estaba durmiendo por unos sedantes de que habían dado

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Había dejado a Vant con los doctores, y ahora estaba durmiendo por unos sedantes de que habían dado. Se había desmayado y luego al llegar a casa había despertado histérica, gritando por Nakamoto Yuta.

No me sorprendía cuán protectora era con las personas que quería, y cuán preocupada también.

Ahora Jimin, Yeonjun y yo esperábamos en la sala de estar. Por mi parte había ido a hablar con Ji Yong,  minutos antes, quien al escuchar todo el alboroto, pedía por Vant. Intentando incluso levantarse de la cama, cosa que claramente era imposible.

—¿Qué mierda tiene en la cabeza ese sujeto? —dijo Yeonjun negando varias veces mientras caminaba de un lado a otro.

—Definitivamente nada bueno. No es normal... —le respondió Jimin.

Yo solo me quedé en silencio. Tenía tanta rabia e irá en mi, que pensaba iba a explotar.

Volvimos a quedar callados cuando ya era medio día, y el calor había aumentado. Era una mañana bastante despejada.

Me levanté de prisa cuando vi a Vant bajando las escaleras, con un celular en su mano, hablaba por llamada. Y venía demasiado tranquila para mi gusto. Necesitaba saber que podía expresarse, llorar, confiar en mi.
O incluso, si entraba en crisis de nuevo estaría bien para mi. Jamás la había visto de esa manera, pero entendía el porqué.

Al escuchar esos ruidosos pasos de cómo bajaba las escaleras, el doctor de la habitación del primer piso, la de Ji Yong, salió preocupado a verla.

—Señorita Vant, no debería estar de pie.

Me sorprendió verla hacerlo callar con tan solo levantar una mano.

—Prepara a Ji Yong para viajar. A las dos de la tarde, estará listo el Jet para llevarnos a Corea. —soltó muy seria.

Tanto que el hombre no se atrevió a decirle más y desapareció en la habitación.

—No creo que debas ir... Tae ya se ha ido a encargar.

Vant pasó por mi lado, y por frente de mis amigos, directamente a la cocina, sin si quiera voltear a mirar a Yeonjun, quien aún esperaba que su hermana le respondiera.

Volví a verla entrar a la sala momento después con un fardo de billetes y un arma. Obviamente me asusté.  Y mis compañeros de habitación también.

—Vant, ¿Qué se supone harás con eso? —la detuve del brazo, lo cual no costó mucho, debido a la poca fuerza que ya le quedaba.

—Ayudar a mis amigos, ¿Qué más? —me dijo, mirando mi mano sobre su brazo. —suéltame. —demandó y me negué rotundamente.

—No deberías ir... no es buen lugar, además Ji Yong aún está delicado. —le recomendé.

Y se soltó de mi agarre, rápidamente al escucharme.

𝐸𝑛 𝑡𝑢 𝑝𝑖𝑒𝑙 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora