Capítulo Final

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Yo jamás me había planteado toda mi vida pero aquella tarde cuando el sol se iba ocultando, el día parecía más gris, y aquellos pensamientos inundaban todo, hasta mi campo de visión.
Mis ojos se abrieron a la par viendo toda la casa de forma vertical, mis pesadillas no estaban ahí en realidad.
No sabía en qué momento había terminado de esa manera, tirada en el suelo de la sala con el frío recorriendo mi cuerpo.
Volví a cerrar los ojos cuando me cercioré de que ya estaba anocheciendo, una extraña luz oscura opaca había ingresado por los ventanales de aquella casa que me gustaba tanto, y que ahora parecía tan poco mía.

Me di cuenta esa tarde, aquella noche que se avecinaba, que la lucha más grande que había tenido, había sido por amor.
Y era horrible, pues, ni siquiera el haber luchado tantos años contra un asesino había dolido tanto como dejarlo a él.
Algo me apretaba adentro a pesar de que luchaba porque mi respiración saliera pausada, quemaba cada vez que exhalaba el aire.

Me dolía el corazón pero me dolía también también la mente y el cuerpo, y también el  pensar que no volvería a ver sus ojos.

Tenía terror, sabía con certeza que en algún momento olvidaría hasta su voz, odiaba el hecho de no poder conservarlo para mi misma.

Mis fuerzas se definían en la constante lucha de mover alguna extremidad de mi cuerpo. El hambre del día se fue, y toda necesidad desapareció.

¿Esto se sentía perderlo en serio?, ¿Y porque si era en serio mi mente seguía imaginándose la forma en la que nos encontraríamos fuera de esto?.

¿Por qué tengo que ser obligada a olvídalo si yo lo amo? Y él también, podría jurarle a quien fuera que él me ama. ¿Entonces por qué no está junto a mi?, ¿pensará en mi ahora?, ¿se habrá dado por vencido definitivamente?

O es que acaso aún conserva en alguna parte muy remota de su alma, las mismas esperanzas rotas que las mías?

Porque yo no he podido, a lo largo de estos años, quemar aquella débil esperanza que aparece de repente, cuando menos lo espero, cuando creo que ya la he superado. Vuelve a mi como un soplo de vida que siempre me ha dicho que él me espera.

Quizás pasaré el resto de mis días amándolo en agonía.

No quería pensar más, las horas se me iban en diversos escenarios entre él y yo, y todo lo que le diría en cuanto lo viera.

¿Sería mañana?, ¿en un mes?, ¿en un año tal vez? Solo se que estaría lista, y aún así me tomaría por sorpresa.

Me levanté como si llevara un costal de cemento sobre mi espalda, como si mis piernas llevaran kilos y kilos de apretado músculo que no me dejaba caminar.
Jamás me había demorado tanto en ir abrir una ventana pero lo necesitaba, pues sentía que el aire en aquella casa faltaba, todo faltaba.

Ni siquiera cuando el frío de la noche ingresó pude sentirme viva un momento, era como si mi mente no pensara en nada y a la vez pensara en todo, cómo si ni siquiera en mis propios pensamientos pudiera estar presente del todo. Era como haber renunciado a él, porque él ya había renunciado a mi.

Es que la lucha que él tenía desde hace tanto tiempo por mi amor, era lo que la mantenía viva. Y ahora, ya no estaba más...

Volví a la dura textura del suelo, me lancé mirando aquella ventana que había abierto, tenía el extraña sensación de qué él entraría por ahí, que me diría que todo aquello que habíamos vivido había sido un sueño, en realidad ahora me sacaría de estas frías paredes de la sala. Que abriría mis ojos y podría ver todo fuera, visitaría cada país a su lado y por las noches dormiría su pecho como tan pocas veces lo había hecho.

𝐸𝑛 𝑡𝑢 𝑝𝑖𝑒𝑙 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora