Capítulo 30

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—¿Sabes por qué las psicopatologías se estudian con los sentimientos y no con las emociones? Nayeon... —le dijo Vant sentada  en la silla de su escritorio.

Saboreando y recordando un poco de la victoria que había tenido sobre sus enemigos por tan corto tiempo.

—Yo... yo supongo que no... —respondió, su boca tartamudeaba, algo ya normal en ella cuando la veía.

Vant la miró, con ojos entre tristes y opacos.

—Porque los sentimientos son estables en el tiempo, mientras que las emociones son algo pasajero... —respondió poniéndose de pie, para caminar lentamente hacia ella. —es por eso que a las personas depresivas se les puede ver llenas de alegría una hora antes de matarse.

—¿Vant? —la llamó, escapando un poco más de ella y de esa cercanía que estaba poniendo. Ya estar tras el escritorio no le servía de todo.

—¿Sabes cuál es el sentimiento que constantemente tengo?

Nayeon negó.

Vant sonrió, atreviéndose a acercarse más a la chica frente a ella, sus rostros eran tan solo iluminados por las luces de la viva ciudad fuera, que traspasaba los ventanales.

—Vacío... —le dijo. Y una de sus manos frías fue a parar al pecho de Nayeon, que subía y baja con dificultad por su respiración. —Aquí...

Estaba nerviosa, jamás la había tenido tan cerca como en ese momento. Y a pesar de tener toda su atención sobre Vant, no podía procesar bien que era lo que estaba diciendo, y donde quería llegar con la extraña conversación.

—Jungkook y Yoongi hacen que tenga emociones hermosas... —confesó, recordando a ambos hombres —pero sabes... no es suficiente. —hizo una pausa para mirarla con aún más intensidad.

Nayeon tragó saliva con dificultad.

—¿Qué sería suficiente para ti? —preguntó.

Vant volvió a sonreír, pero detrás de aquella sonrisa manipuladora, había un conocido sentimiento de dolor.

—Sería suficiente si me devolvieras a Yuta... —le dijo y Nayeon se paralizó. —se que nadie como tú estaría dispuesto a hacer todo por mi.... ¿Tú lo harías Nayeon? —le preguntó. —¿Harías todo por mi?

Trataba de ser amable, verse normal. Pero sus ojos rojos y cargados en lágrimas la delataron.
Nayeon sabía que Vant estaba en un momento de debilidad.

—Si... —respondió sin titubeos. Acercando una de sus manos al rostro de ella, para atrapar la lágrima que había comenzado a caer. —eres tan hermosa cuando lloras, Vant... —le dijo y en sus ojos también habían lágrimas.

Vant tomó la mano de Nayeon con rapidez. Tratando en vano de traspasarle su calor, siempre estaba demasiado fría como para aquello.

—Necesito, Nayeon, debo saber que solo me eres fiel a mi. —apretó su mano con fuerza.

—Siempre lo seré. —le respondió segura.

—Tienes que ayudarme entonces, uno de los dos en este mundo está ocupando el espacio del otro. Si no muere él, seré yo... —Nayeon sabía muy bien a qué se refería.

Y estaba dispuesta a hacer lo que sea. Ya hace mucho que los límites de su conducta sobrepasaban las cosas más aberrantes.

—¿Quieres matarlo? —preguntó directa.

Vant asintió con lentitud.

Nayeon entendió que Vant se había perdido. No era ella y tampoco estaba en sus cinco sentidos, parecía ser un cadáver andante.

𝐸𝑛 𝑡𝑢 𝑝𝑖𝑒𝑙 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora