Capítulo 37

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—Entonces es mi despedida

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—Entonces es mi despedida...

Aquello que dijo fue una afirmación, imitando lo mejor que pudo una sonrisa que se desvaneció tan pronto había aparecido.

Me negaba a creer que aquel momento había llegado, Yoongi se iría.

Y con él, una parte de lo que fui.

—Gracias... por esto.

Me miró, pero fue tan extraño... lo sentí ajeno y a la vez, como si fuera la persona que más me conocía en este mundo.

Veía a través de mi alma.

—Jamás olvidaré al tonto chico que me hizo triunfar. Que puso en sus manos toda su fortuna...

Sonreí ante su comentario. Recordando tiernamente cómo habíamos llegado a trabajar juntos.

A pesar de todo, él seguía siendo un ejemplo a seguir para mi.

—Está vez es diferente... —le dije interrumpiéndolo.

—Creo que si lo es. —asintió.

—Está vez, te dejo mi vida, amigo, lo más preciado que tengo.

Vi cómo quitaba su mirada de mi, para guiarla hacia sus pies, por cortos segundos.

Una carga muy grande ponía sobre sus hombros.

Pero confiaba en él.

—Adiós Jeon... —sus ojos parecían querer calar muy dentro de mi. No podía descifrar lo que sentí.

Ya no lo vería.

Mi querido amigo, cuanta falta me harás.

—Adiós Min... —las palabras se quedaron atoradas en mi garganta, en mi corazón. No pude decirle nada más y eso que quería hacerlo.

Quería levantarme y abrazarlo y decirle cuando lo quería, jamás me olvidaría de todo lo que me ayudó.

Pero él desapareció tan pronto como me escuchó despedirme. Cómo si algo lo hubiera impulsado a abandonar la habitación.

Y fue mejor así, pues, las despedidas siempre son tan difíciles.

No quise pensar más en el. Y volví a centrarme en el peso que había sobre mi hombro. En el leve ronquido que me hizo sonreír.

Que hermoso se sentía aquello, calarme en lo más profundo de compañía. Sentirme querido y escogido por fin.

¿En qué momento había llegado algo tan increíble a salvarme?

—Señorita Choi... —sonreí y cerré mis ojos para sentirla.

El calor que emanaba su cuerpo, las caricias que me hacia su cabello sobre mis labios.

Yo había alcanzado una parte del cielo, estaba seguro, y nada cambiaría que lo había logrado.

Yo había enamorado a la chica más hermosa de este mundo, a esa que tantas veces quise ver. A la que tanto añoré.

𝐸𝑛 𝑡𝑢 𝑝𝑖𝑒𝑙 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora