Capítulo 9

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–¿Quieres decir... que crees que lo hizo alguien del Clan? –preguntó Vincent Doyle, con voz firme.

Adrianna escuchaba atentamente desde detrás de la puerta. Los miembros del Concejo habían convocado una junta en la casa Harris por la muerte de Bianca Larson y estaban tan concentrados en lo ocurrido, que ni siquiera habían advertido su presencia.

–Así es –declaró el alguacil Fox–. Y tengo claras sospechas sobre quién fue.

Su voz tenía un tono extraño y excitado, como si casi disfrutara con aquello.

–Cuando llegamos a la escena del crimen, al rededor de las tres de la madrugada, el cuerpo aún tenía calor, lo que significa que había muerto hacía poco tiempo. Quizás menos de una hora. Y no es difícil suponer quién fue –dijo Fox–. Las últimas personas en llegar al pueblo fueron Adrianna y Silas Sinclair. Desde entonces ha comenzado todo esto.

Se escuchó un creciente murmullo ante aquello, y la misma Adrianna sintió un sobresalto al darse cuenta. Desde luego, era totalmente ridículo, era una simple coincidencia. Pero lo que el alguacil Fox decía era cierto. Los ataques habían empezado cuando llegó Silas, casi al mismo tiempo que ella.

–Adrianna es inocente –oyó que decía su abuela, en tono alto–. Además, ni siquiera tiene el poder como para hacer algo así.

–Pero por lo que sabemos, Silas Sinclair es uno de los brujos más poderosos que hemos conocido en bastante tiempo –habló Derry.

–Asi es –coincidió Fox.

La sensación de aturdimiento de Adrianna había estallado igual que una burbuja.
Furiosa, sintió deseos de empujar la puerta y decir que estaban hablando sin ninguna prueba concreta, pero se contuvo.

–Me parece que es demasiado precipitado como para declararlo culpable –dijo Helen–. Su llegada a Heaven Falls podría no tener ninguna relación con lo sucedido.

–¿Ah, sí? Bien, ¿pues por qué no nos cuentas lo que sabes sobre Sinclair? ¿De dónde viene, específicamente? ¿Dónde está su familia? ¿A qué clan pertenecía? –continuó Fox–. ¿Quién sabe algo sobre él?

Todos en la sala se quedaron callados. Nadie sabía absolutamente nada sobre él.

A través del agujero de la puerta, Adrianna pudo ver, en un rostro tras otro, cómo florecía la desconfianza. La desconfianza hacia cualquier cosa desconocida, cualquier cosa diferente. Y Silas lo era, tal vez incluso para ella. Era un extraño para todos y justo en aquel momento necesitaban una persona a la que culpar.

Helen comenzó a decir:

–He oído que...

–¡¿Has oído?! —exclamó Fox y su voz retumbó por todas las paredes—. Todos hemos oídos cosas, pero nadie sabe realmente nada sobre él. Podría ser perfectamente un Oscuro y ocultarse tras esa fachada de hombre educado. Yo no sé qué piensan ustedes, pero yo sí creo que lo hizo. ¡Creo que fue él!

–Yo también –dijeron varias voces.

El corazón de Adrianna parecía a punto de estallar. Le aterró lo que podrían hacerle a Silas. Miró a su alrededor con desesperación. Tenía que hacer algo, tenía que hacer algo...

–Deberiamos deshacernos del muchacho ahora mis...

–¡No! –gritó, empujando las puertas.

Todos los ojos se posaron sobre ella, sorprendidos y acusadores. Sabía que podrían castigarla tremendamente por tal atrevimiento, pero no le importaba. No dejaría que culparan a Silas por algo que no era culpable. No podía permitir tal injusticia.

Saga Oscuros - El Lado Oscuro De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora