Capítulo 16

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–No puedo creerlo –dijo Stella justo después de que Adrianna y Margot le contaran de lo que habían sido testigo la noche anterior– Quiero decir, lo creo pero no puedo creerlo. No de Jack.

–Es Jennifer –dijo Adrianna–. Es a ella a quien se le ha ocurrido el gran plan.

–En realidad, deberíamos darle las gracias –comentó Margot–. Gracias a ella sabemos que tenemos hasta el día de la próxima celebración para hacer algo.

Las tres chicas se miraron en silencio.

–Adrianna –continuó Margot, en tono serio–. ¿Qué hay en ese diario como para que puedan expulsarte del Clan?

Con aquellos ojos firmes fijos en ella, Adrianna sintió el aleteo de un malestar entre sus costillas. Confiaba en sus amigas a ciegas, pero no estaba lista para hablar de ello. Para confesarles acerca de esa oscuridad que había descubierto en su interior antes de marcharse de Heaven Falls.

–Lo suficiente –contestó al final–. Tengo que recuperar ese diario. La única cuestión es ¿cómo?

Margot se encogió de hombros.

–Jennifer dijo que lo tenía oculto en algún lugar seguro. Eso probablemente significa su casa –la chica se mordisqueó el labio
pensativamente–. Su padre trabaja la mayor parte del tiempo, y su madre no trabaja, pero va a comprar a Roanoke con asiduidad. ¿Todavía tienen una sirvienta?

–¿Por qué? –dijo Stella–. ¿Qué importa eso?

–Bueno, no queremos que entre nadie mientras estamos robando en la casa.

–¿Mientras estamos qué? –la voz de Stella se alzó en un agudo chillido–. ¡No puedes decirlo en serio!

–¿Qué se supone que debemos hacer, simplemente sentarnos y aguardar hasta el día de la celebración y dejar que lea el diario ante todo el Clan? Ella lo robó. Simplemente tenemos que hacer lo mismo –respondió Margot con exasperante tranquilidad.

–Su padre es el jodido alguacil y miembro del Concejo. Nos descubrirán. Nos expulsarán del Clan..., si es que no acabamos en la cárcel –Stella volvió la cabeza hacía Adrianna en actitud suplicante.

Todo aquello intranquilizaba un poco a Adrianna. El rostro altivo del alguacil Fox flotó ante sus ojos, llenos de justificada indignación. Luego cambió por el de Jennifer, riendo con rencor mientras su madre señalaba con dedo acusador a Adrianna. Además, parecía tal violación entrar en la casa de alguien cuando no había nadie allí para rebuscar en sus posesiones. Odiaría que alguien se lo hiciera a ella.

Pero, desde luego, alguien lo había hecho. Jennifer había entrado a la cabaña cuando Adrianna no estaba y en aquellos instantes tenía en sus manos la más íntima posesión de Adrianna.

–Hagámoslo –dijo, con voz segura–. Pero hagámoslo con cuidado.

–¿No podemos hablarlo? –inquirió Stella con tono débil, paseando la mirada del rostro decidido de Margot al de Adrianna.

–No hay nada de qué hablar. No vengas si tienes miedo –repuso Margot.

Stella se quedó con la mirada congelada y una mueca en el rostro durante un largo rato.

–No, lo haré –dijo, finalmente, con tono sombrío.

Durante la noche ese mismo día, una vez que estuvo acostada en su cama, Adrianna notó que estaba mentalmente derrotada. Se sentía triste e impotente por no saber absolutamente nada sobre Silas. Había marcado su teléfono todas las mañanas, luego del día de la celebración de máscaras, pero hasta ese momento, aún nadie contestaba del otro lado.

Saga Oscuros - El Lado Oscuro De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora