17- 'ah, pero pregúntale la tabla del 7'.

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SORPRAYYSSS.

Digan presente.


Después del desayuno nos disponemos a preparar el campo de batalla.

Y lo digo en literal.

Jugaremos a Paintball.

Un salón contra el otro. Y desgraciadamente, nos ha tocado el entrenador en nuestro equipo. Puntos para estar contra esto:

1.     Es un hombre al que no le gusta correr—sí, siendo profesor de deportes y entrenador del equipo de futbol—.

2.     Si perdemos, nos bajará puntos.

3.     Nos dejará todo a nosotros.

4.     Nos estará riñendo todo el tiempo sin motivo alguno.

¿Qué mal hicimos para merecernos esto?

Una vez hemos terminado con todo, nos vestimos con el uniforme para empezar a jugar que prácticamente se trata de un pantalón, una blusa de manga larga, una cintilla alrededor de la cintura para colocar las municiones y una careta.

Prácticamente nuestro objetivo es obtener la bandera del lado oponente la cual han escondido. Nos han dado un cierto limite de terreno para hacerlo.

Las balas que usaremos, a pesar de no ser letales pueden llegar a doler bastante si nos llegaran a dar en un punto sensible de nuestro cuerpo. Podrían entumecernos, como si básicamente nos mataran.

Al principio del juego todo va normal, pero algunos empiezan a caer—unos más rápido de los que en un futuro les gustará admitir—.

Y bueno, sí... después de lo que parece ser una eternidad de batalla—pero que sólo ha sido media hora— sabemos quién gana.

Spoiler: no hemos sido nosotros.

Spoiler: sí, el entrenador se molesta y dice que nos bajará puntos.

Después de descansar un poco, también jugamos futbol en el que sí salemos victoriosos ya que la mayoría de los que realmente están en el equipo están en nuestro grupo.

Cuando nos dan el descanso, Emmett y yo decidimos ir al lago a nadar un rato y aprovechar para lavar nuestra ropa y que toda este limpia para mañana que nos vayamos.

Ya por la noche, recogemos todo después de cenar asegurándonos de que todo esté en orden y no falte nada.

—Ayer te veías cansada y ya no quise preguntarte. —me habla mientras nos arropamos.

—¿Qué cosa?

—¿Qué le hicieron a Anne?

—Nada. —respondo enseguida.

—Ya. ¿Cómo fue que se le metió el pobre animal a la boca? —me mira acusatoriamente.

—Vale. Puede que hayamos tenido algo que ver. Pero no fue como que se lo metimos directamente.

—¿Quién lo hizo? ¿tú o Margo?

—Las dos. —farfullo.

—¿Segura? Porque ella parecía mucho más culpable.

—Las dos. —recalco.

—Bien.

De repente empieza a reírse y le veo con una ceja enarcada. Me encuentro bastante confundida.

—¿Qué es tan gracioso?

Se talla la cara y trata de calmarse.

—Es que no supero su cara de asco.

Más allá de la luna |cosmos II [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora