Natalia llegó a casa agotada. Tras su charla con María José, se sentía algo más animada. No dejaba de darle vueltas a las palabras de la anciana. Tenía la habilidad de hacerla creer que podía lograr aquello que deseaba. Y lo que más deseaba en esos instantes era contarle a Alba que todo había ido bien en el juicio. No se había atrevido a llamarla antes porque en el fondo había esperado que la enfermera diera alguna muestra de interés por saber cómo iba todo. Pero ante su prolongado silencio y después de escuchar a María José había decidido arriesgarse y dar ella el primer paso. Cogió el teléfono, decidida, y buscó el número del campamento. Esperó ansiosa escuchar la voz de Grecco y unos interminables segundos después oyó al italiano. Lo saludó con rapidez, él siempre era muy afectuoso con ella, la trataba con familiaridad y cercanía y se veía obligada a corresponder, aunque no recordaba ni su cara. Tras el saludo el chico la dejó esperando, y fue en busca de la enfermera. El corazón de la pediatra latía apresurado solo al imaginar su voz. ¿Cómo la recibiría? Anhelaba que no se tomara a mal la llamada, no quería presionarla después de la despedida del aeropuerto, pero la noticia que quería darle era suficiente justificación como para que no se tomase a mal que hubiese optado por hablar con ella.
- Lacunza – la voz de Germán al otro lado la sobresaltó.
- Germán – murmuró decepcionada.
- ¡Vaya! Veo que te alegras de escucharme.
- No es eso, es que... ¿y Alba?
- En el campo de desplazados. Hoy le ha tocado la china.
- Eh... ¿mucho trabajo?
- ¡De locos! ¿Y tú cómo estás? ¡me alegro de oírte! Ya era hora que te dignaras a llamarnos que si no es por mi ex, no nos enteramos de nada.
- Lo siento. El juicio... y todo que me ha tenido... sin tiempo.
- Ya sé, ya. ¡El juicio! – exclamó socarrón – vamos Lacunza, que a mí no me la das.
- Es cierto, estoy muy liada.
- Y más animada por lo que veo.
- La verdad es que sí – disimuló su congoja, desde que comprendió que no escucharía a Alba unas enormes ganas de echarse a llorar se habían apoderado de ella – estoy muy bien y hoy mucho mejor – impostó un tono alegre – llamaba para deciros que... ¡me han absuelto!
- ¡No me digas! – exclamó haciéndose el sorprendido, a primera hora de la tarde Adela había llamado para informarles - ¡eso es una gran noticia! Estarás que no cabrás en el pellejo.
Natalia no pudo evitar lanzar una pequeña carcajada.
- Tú siempre tan expresivo.
- Qué quieres, uno ya es muy mayor para cambiar. Ya en serio Lacunza, ¡es estupendo! No sabes cuánto me alegro, y ahora qué. ¿Vas a tomarte unos días libres?
- La verdad es que no me lo había planteado, pero parece que todos os habéis puesto de acuerdo en decirme lo mismo.
- Claro mujer date una alegría para el cuerpo, que tu amiga ya me ha contado que llevas unas semanas que apenas comes y "atacá" de los nervios.
- En eso mismo estaba pensando yo.
- ¿Y por qué no te vas unos días por ahí?
- Lo mismo me tomo unos días y me voy para allá con el próximo vuelo que organicemos en la clínica.
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La Clínica
FanfictionAdaptación de una historia muy fuerte pero hermosa... Esta historia original pertenece a Moniatic (Maca y Esther)