Capítulo 83

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La enfermera comenzó a acariciar su suave piel, comenzó a desnudarla, sintiendo que se volvía volcán entre sus brazos, pero no perdió el control hasta que logró su objetivo. Cuando Natalia estuvo lista, no hubo obstáculo para que su boca buscara ansiosa la de la pediatra, que con agilidad, la tumbó y comenzó a recorrer su cuerpo, completamente entregada a ella, olvidando la promesa realizada a Germán, olvidando sus miedos, y olvidando sus complejos. La enfermera la guiaba con manos temblorosas y pequeños suspiros de excitación, que Natalia intentaba silenciar con continuos besos. Sintiendo que su cuerpo se encendía sin remisión, que sus sentidos se concentraban en ella, en el placer que sus manos y su lengua ya jugaban a producirle. Natalia descendió y fue ella la que comenzó a ahora a desvestirla, subiendo y bajando incansable, enloqueciendo a Alba que se mordía el labio inferior, inquieta, reprimiendo los deseos de gemir, ante esa lengua que la enervaba, que entraba y salía con un ansia nueva, desmedida.

- Ven, ven aquí mi amor – le pidió con apremio cuando estaba a punto de alcanzar la cúspide – sube... sube.

- Espera... - susurró insinuante elevando sus pícaros y traviesos ojos hacia ella.

- ¡No! sube – jadeó – sube...

Natalia obedeció y se entregaron a un juego de caricias y besos con un solo objetivo, Alba cogió la pierna de la pediatra y la colocó entre las suyas, entrelazadas, unidas más allá de sus cuerpos. La pediatra entraba y salía con tal maestría que Alba estaba a punto de perder el control. Natalia se percató de ello y la silenció con un profundo beso, justo en el momento en que Alba ahogaba un grito de placer, y que la pediatra comenzaba a temblar. Se olvidaron de todo, concentradas en un intenso orgasmo que las elevó de la mano, al cielo. Natalia permaneció besándola, con lentitud, suavemente sin dejar de acariciar aquel cuerpo que adoraba. Alba era incapaz de moverse, recreándose en esas pequeñas y casi imperceptibles sacudidas, tan solo su agitada respiración era testigo de la alteración de su cuerpo.

- ¿Estás bien? – le preguntó Natalia – cariño... - la instó al ver que permanecía con los ojos cerrados y su pecho subía y bajaba alterado, sin recuperar la calma.

- Si – susurró al cabo de un instante abriendo los ojos y colocándose de costado, mirándola - ¡ha sido maravilloso!.. ufff... ¡Nat!... no sé cómo lo consigues, pero....

- Tú si que eres maravillosa – respondió rendida a ella – aún no me creo que me hagas sentir estas cosas, que consigas que me olvide de todo. Es... es...

- Chist – la besó y Natalia la tomó de la mano dispuesta a continuar con el juego y atraerla hacia ella.

- ¡Ay! - se quejó Alba - uff.

- ¡Uy! ¡perdona! – se sentó con rapidez observando su mano vendada – lo olvidé. ¿Te duele mucho?

- Un poco. Pero no te preocupes – le sonrió – no es nada, solo cuando me rozo me molesta algo – le quitó importancia.

Natalia le besó con infinito amor encima de la venda sin apartas sus ojos de los de la enfermera.

- Deja que pille yo a la serpiente que le ha hecho esto a mi niña ¡qué se va a enterar!

- ¿Qué le vas a hacer? – le preguntó insinuante.

- Le voy a dar un "bocaito" aquí – dijo besándola y mordiéndole levemente el labio - y otro aquí – le mordió el lóbulo de la oreja arrancando un leve gemido de la enfermera.

- Y otro...

- Nat – la frenó – es tarde y... ahora sí que deberíamos.

- Descansar – terminó por ella enarcando una ceja en una mueca graciosa sin dar crédito a que la enfermera le estuviera diciendo aquello – lo sé, pero solo de pensar que te hubiera pasado algo – suspiró perdiéndose en la profundidad de su mirada.

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