Capítulo 104

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A la mañana siguiente Isabel llegó tan temprano que no tuvieron tiempo de desayunar juntas. Se despidieron con un beso y la promesa de quedar esa noche.

Natalia llegó tarde a la clínica y se enfrascó en el trabajo sin demora, quería terminar todo lo que dejara pendiente el día anterior y agilizarlo todo para poder marchase esa tarde más temprano. Pero una llamada del banco echó por tierra todos sus planes.

Minutos después cogía el teléfono y marcaba el número de Alba. Tenía que explicarle por qué no podía cumplir su promesa de invitarla a cenar.

- ¿Cómo que un cóctel?

- Lo había olvidado por completo, ¿recuerdas que te lo conté? lo que ocurre es que no recordaba que fuera precisamente esta noche.

- Pero... ¿por qué tienes que ir?

- Es muy importante, una forma de hacernos contactar a los clientes del banco entre nosotros para que los negocios se queden en casa.

- Naaat - protestó – llevamos sin apenas vernos dos días.

- No seas exagerada, nos hemos visto.

- Sí, para hablar de trabajo – se quejó de nuevo.

- Anoche dormí en tu piso.

- Tú lo has dicho, dormiste.

- Lo siento, siento haberme dormido sin terminar ni la cena, pero... ya te avisé que...

- No lo sientas, quiero que descanses, estás ya agotada y apenas llevamos aquí un mes.

- Cariño, no te he llamado para discutir... tengo que ir a ese cóctel, no puedo faltar. Se lo he prometido al director.

- ¿Y lo que me prometiste a mí?

- Alba... no es lo mismo, tú y yo podemos quedar otro día en cambio...

- ¿Esto va a ser siempre así, Nat?

- Te prometo que no.

- ¿Y el fin de semana? – le preguntó con un suspiro resignada a no verla un día más.

- Sabes que tengo que ir a Sevilla.

- Ya... pero....

- Sabías que iba a ir – insistió – te lo dije, llevo sin ver a Ana... casi una semana y no está bien.

- Ya... ya – la interrumpió con un deje de impaciencia sin ganas de escuchar nada del tema, los celos se la comían por dentro a pesar de todo lo que hablaran en Jinja y de saber que Natalia no la había engañado - espero que por lo menos esta vez por fin hables con ella y con tus suegros – le dijo con fuerza – lo harás ¿verdad?

- Alba – pronunció su nombre con impaciencia – por favor, no me presiones que bastante tengo ya...

- ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?

- ¿Qué quieres decir?

- ¿Qué que quiero decir? – preguntó retóricamente – quiero decir que Germán y Cruz te han pedido que descanses y tú ¿qué haces? no paras ni dos segundos, cada día tienes más ojeras y...

- Joder, por favor, cariño... no me eches la bronca ahora.

- Vale, perdona, es que... me preocupas...

- Vamos a hacer una cosa.

- El qué.

- Voy un rato, saludo a quien me interesa, y luego nos vemos.

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