Capítulo 6

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En el campamento acababan de servirles la comida, manteniendo conversaciones intrascendentes sobre el tiempo tan bueno que hacía para aquella época del año, sobre el frío que haría en invierno o sobre como hacía cada uno tal o cual plato, intentaban mantener un ambiente de cordialidad, pero era más que palpable que casi todos estaban incómodos. Aún no había la suficiente confianza entre todos como para no sentir la necesidad de romper un silencio que, en el fondo, todos deseaban.

- Y, ¿siempre tenemos que comer aquí? – preguntó de pronto Alba harta de tanto parloteo.

- Obligatorio no es – dijo Mónica con cierto deje de molestia – tienes dos horas para comer, si prefieres ir y volver....

- Creímos que sería más cómodo hacerlo aquí – intervino Fernando – pero como bien dice Mónica, no vamos a obligar a nadie.

- No, si por mi encantada – respondió Alba sintiéndose atacada y no queriendo parecer desagradecida – pero no sé, tendremos que pagar algo o ... Fernando sonrió y miró a Mónica.

- Por el dinero no te preocupes. Lo tenemos todo calculado.

Alba se encogió de hombros, imaginaba que en ese "tenemos" estaba incluida Natalia. No pudo evitar pensar que, como siempre que ella estaba de por medio, el dinero no era problema. Natalia..., si no era por una cosa era por otra, pero en la última hora, su mente siempre terminaba volviendo a ella.

- Y ¿qué planes tenemos para esta tarde? – preguntó Laura.

- Saldremos por el centro del asentamiento y luego nos acercaremos a las viviendas que están en la ribera del arroyo – explicó Sonia – creo que las derribarán en unos días.

- ¿Derribarlas?

- Si – dijo Mónica – hay una lista de chabolas por derribar y aquellas están entre las primeras.

- Pero creí entender esta mañana que la actuación era en este poblado porque no era tan fácil acabar con él como con otros.

- Y entendiste bien – intervino Fernando – pero eso no quiere decir que no haya zonas y chabolas que – se interrumpió, su móvil había comenzado a sonar.

Las cuatro lo miraron expectantes.

- ¡Nat! – exclamó el médico, el silencio se hizo en la habitación pendientes de la conversación - ¿estás bien? ¡Menos mal! Entonces... ¿todo bien? – volvió a preguntar mirando a sus acompañantes asintiendo con un gesto para indicarles que no había sido nada - Si, si, tranquila que ya me he encargado yo de eso. ¿Mónica! si claro, de acuerdo, luego nos vemos – dijo tendiéndole el teléfono a la aludida.

- ¡Nat, tía, que tienes aquí a la peña toda preocupada! – exclamó provocando que Laura bajase la vista hacia su plato con una media sonrisa entre sorprendida y burlona. No se imaginaba a Javier casado con aquella chica y mucho menos a la madre de Javier tratando con ella. Algo similar se le había ocurrido a Alba, pero en su caso, pensando en Natalia como socia de Mónica que continuaba con su charla – ya veo que no ha sido para tanto – dijo aliviada – pues nos tenías aquí que no nos pasaba ni el pollo – bromeó - vale, pero tú vete a casa que eso puede esperar. No seas pesada, que aquí está todo controlado. Bueno, pero no te preocupes ahora por eso, mañana intentamos arreglarlo. Vaaale. Cómo quieras... ¡claro que me fío de ti! vale, vale, que sí, que nos vemos luego en el despacho.

Mónica colgó con una sonrisa y le devolvió el teléfono a Fernando, haciéndole una seña de que quería hablar con él, se levantaron y se marcharon al pequeño despacho que había al fondo. Sonia empezó a recoger la mesa, negándose a recibir ayuda. Alba y Laura, salieron al exterior, y se sentaron en el escalón de entrada al edificio. Alba pensó que era el momento ideal para desarrollar su sutileza e interrogarla sobre Natalia, a fin de cuentas, estaba viviendo en su casa.

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