Capítulo 130

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Laura se paseaba nerviosa dentro del círculo policial. Mónica la frenó en uno de esos paseos.

- Tranquilízate que al final vamos a tener que atenderte a ti.

- Es que esto es muy raro. ¿Por qué tardan tanto? ¡es una chabola! o están o no están ahí dentro. No entiendo qué hacen.

- Cálmate, solo hacen su trabajo.

- Pero si están ahí, por qué no nos llaman, y si no están... qué hacen perdiendo el tiempo ahí dentro.

Mónica se mordió el labio, las respuestas que se le ocurrían a sus preguntas no eran nada optimistas.

- Sí que es raro, pero... ellos sabrán lo que hacen.

- Tenía que haber escuchado a Alba, estaba segura de que a Nat le había ocurrido algo y ahora...

- Eh... vamos. Tenemos que confiar en que están bien.

- No. No puedo. Lo siento, pero no puedo. ¡Esto es desesperante!

Desde la muchedumbre uno de los "curiosos" se estaba formulando esas mismas preguntas. Si las hubiesen encontrado ya habrían llamado a los servicios médicos y si no, ya deberían haber abandonado el registro de aquel lugar y estar probando suerte en otro sitio. Aunque conociendo la ineptitud de la policía lo más seguro es que esa fuese su única pista. Sonrió orgulloso. Si todo había salido como planificó, allí abajo no debía haber nadie que pudiese relacionarlo con todo aquello. Aún así no podía arriesgarse a que aún siguiesen con vida. Se giró y miró por encima de su hombro. Un leve movimiento de cabeza y algunos de los presentes se enzarzaron en una violenta pelea. Algunos de los agentes acudieron con prontitud para mediar en ella y calmar los ánimos. Alguien sacó un cuchillo. En el revuelo nadie lo percibió, pero instantes después se abría un hueco y se formaba un corro en torno a un agente que permanecía en el suelo herido.

Gritos llamando a los médicos, gente corriendo asustada y su objetivo cumplido. Raúl acudió a toda prisa, Mónica lo ayudó a atender al agente y lo montaron en la ambulancia que salió a toda prisa de allí.

Volvió a sonreír. Si seguía con vida, cosa que dudaba seriamente, no contaría con la atención médica que de seguro iba a necesitar. Ya se había encargado él de que las otras dos ambulancias del campamento no pudieran estar disponibles. Solo quedaba esperar y regocijarse. Por fin el campamento se iba a ver libre de tanto intruso. Su móvil sonó y lo atendió con rapidez.

- ¿Sí? ¿cómo dices?.. ¿estás seguro de que me ha reconocido? Sí, tendré cuidado. No. Tranquilo. No me marcharé de aquí hasta que todos los cabos estén bien atados.

Colgó y miró a Laura. Sabía los riesgos que corría permaneciendo allí después de lo que acababan de comunicarle. Pero confiaba en su buena suerte, siempre había sabido escabullirse de la policía. El truco estaba en mostrarse tranquilo, ser frío y dar el golpe de gracia en el momento que menos se esperaba. Su gran aliado siempre había sido el desconcierto de los demás y esta ocasión no iba a ser diferente.



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Isabel daba órdenes de lo que hacer con ella y todo el espacio circundante. Asustada se aferró a la detective.

- Pero ¿qué haces tú aquí? – Isabel la apartó hacia atrás – no puedes estar aquí.

- ¿Qué le pasa a Sonia? – preguntó sin apartar los ojos de ella - ¿está malita? ¿le duele mucho?

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