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Tras pagar nueve galeones por su nueva varita, Luna salió de la tienda

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Tras pagar nueve galeones por su nueva varita, Luna salió de la tienda. Caminó sin prestar mucha atención a su entorno ya que seguía pensando en las palabras de Ollivander. «Si esta varita la escogió, significa que podremos esperar grandes cosas de usted», recordaba. Estaba tan distraída que se asustó mucho cuando su padre apareció por detrás, llevando un objeto enorme con forma sospechosa, cubierto por una tela.

—¡Papá! Me asustaste... —dijo Luna.

—Lo siento, cariño, pero no pude evitarlo. Te veías muy distraída. Recuerda: Alerta...

—Permanente, sí papá —terminó Luna —. Siempre dices lo mismo. No estaba distraída, es sólo que si fueras menos sigiloso no me hubieras asustado.

Su padre rió.

—No es tan fácil, Luna. He tenido que ser sigiloso por tanto tiempo que ya se me quedó para siempre.

Luna se encogió de hombros. «Supongo que tendré que aprender a ser más sigilosa yo también», pensó. Entonces miró lo que su padre llevaba.

—¿Qué llevas ahí, papá? —preguntó interesada.

Su padre quitó la tela, descubriendo así una jaula, con una hermosa lechuza dentro.

—¡Sorpresa! —dijo él.

Luna sonrió ampliamente. La lechuza era blanca con alas marrones. Sus ojos azules la miraron.

—¿En serio? —preguntó Luna.

—Por supuesto —respondió su padre entregándole la jaula —. Así no tendrás que pedirle a tus hermanos que te presten sus lechuzas.

—¡Gracias, papá! —dijo Luna mirando sonriente a su nueva lechuza —¿Es macho o hembra?

—Es hembra.

—¿Y cómo se llama? —preguntó Luna.

—No tiene nombre. ¿Cómo quieres que se llame?

Luna pensó. «Tal vez Gia, o Zee, o Zasy»... Pero entonces recordó lo que Hagrid dijo una vez que lo invitaron a cenar: «Su padre solía tener una hermosa lechuza blanca como la nieve, Hedwig... Era muy inteligente, siempre sabía dónde encontrarlo. La pobre murió asesinada por un mortífago...». Miró con detenimiento su lechuza. Guardaba cierto parecido con Hedwig, según la descripción de Hagrid.

—Me gusta Hedwig... —dijo.

Su padre paró de golpe y la miró con las cejas alzadas. Parpadeó un par de veces, como para asegurarse de que lo que Luna había dicho no había sido producto de su imaginación.

Luna Potter y los Juegos del CentauroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora