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—¿Qué? —dijo Luna

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—¿Qué? —dijo Luna.

Fue lo único que pudo decir debido al estado de shock en el que se encontraba. A pesar de que muy en el fondo sospechaba que las voces que escuchaba eran los pensamientos de los demás, quería creer que simplemente se imaginaba todo, porque ser legeremante complicaría su vida aún más, y la chica no quería más cosas en las que pensar. Respiró profundamente, recuperando un poco la compostura.

—¿Desde hace cuánto escuchas voces, Luna? —preguntó su padre.

Luna pensó con detenimiento. Había escuchado tantas voces por tanto tiempo que ya no recordaba exactamente cuál fue la primera vez que escuchó una voz. El recuerdo tardó un minuto en regresar.

—Desde... desde la fiesta de cumpleaños, en la Madriguera.

—¿Y desde entonces qué tan frecuente escuchas voces?

Luna entrecerró sus ojos.

—No lo sé... al principio no era muy frecuente, pero hace poco comencé a escucharlas más seguido —dijo.

Su respuesta había sido muy ambigua, debido a que no quería decirle a su padre que en realidad escuchaba voces entremezcladas casi todo el tiempo y que eso era estresante. Se hizo un silencio incómodo, donde Luna deseó que su padre no formulase una pregunta en especial. Aún así, su padre la hizo, y a Luna se le cayó el alma a los pies.

—¿Por qué no me dijiste antes?

No hubo respuesta. Su padre insistió.

—¿Por qué, Lu? Sabes que puedes confiar en mí.

Nuevamente, Luna no respondió. Inclinó su cabeza, pensativa.

—Lo siento —dijo al fin—. Sé que debí decirte.

En ese momento, su madre apareció en la cocina.

—¿Qué ocurre? —preguntó con un deje de preocupación.

Su padre fue el primero en responder.

—Luna es legeremante —dijo él con seriedad.

Luna se volvió a su madre, que estaba entre sorprendida y emocionada.

«Ese debe ser el poder superior, el que le dará la ventaja sobre la Hija de la Serpiente».

Esta vez, Luna no se cohibió de responder.

—No lo creo, Mamá. Después de todo, Voldemort era legeremante y eso no le dio muchas ventajas contra Papá, ¿o sí?

Su madre quedó aún más sorprendida.

—¿Leíste mi pensamiento? ¿Cómo lo hiciste?

Luna se mordió ligeramente el labio inferior.

—Bueno... no lo leí. Lo escuché. Fue como si hubieses hablado.

Luna Potter y los Juegos del CentauroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora