Verdades que duelen.
Alexandra Rossi.
No podía creer que Johnson y yo nos habíamos dado nuestro primer beso, no me lo creía aún.
Me sentía tan feliz, como nunca. Después de estas semanas de pasarla triste y llorando. El me ha estado ayudando a superar esto.
Después de la muerte de mi madre, Mateo y yo pasábamos a veces más tiempo juntos, cuando él no estaba en la universidad. Aunque se ausentó unos días.
Papá casi no paraba en la casa, creo que se refugió en su trabajo, para evitarnos y que no hiciéramos preguntas, del por qué no le respondió a mamá cuando ella lo llamó. Había muchas preguntas que necesitaban respuestas.
Yo también me había ausentado de todo. Solo de Max y Johnson no. No asistía a clases y a veces no comía, pero Johnson siempre me enviaba mensajes regañándome porque no quería comer.
Él tenía ya varios días intentando convencerme que empezará a asistir a las clases de fotografía. Me gustaba la fotografía, sin embargo, mi mamá me había inscrito. Empezar eso iba hacer que la recordara aún más.
También llevaba días planteándome la idea de asistir a las clases. Los miércoles por las tardes no sabía nada de Johnson ya que se iba a las dichas clases.
El día se veía muy lindo. Despejado. Pero mi mente seguía en el día de ayer, justamente en la hora en la que Johnson y yo nos besamos. Fue simplemente mágico.
Me encantaba ver las flores del jardín que tenía mamá, los tulipanes, girasoles y otras plantas que desconocía sus nombres. Pero eran hermosas.
Ahora cada vez que viera los tulipanes lo iba a recordar. Que buen gusto. Acertó, porque los tulipanes son mis favoritos, desde niña.
Los rayos del sol pegaban en mi cara. La brisa suave azotaba mi pelo. Me sentía viva. Quería seguir, quería ser feliz.
Pero la pregunta es, ¿Podría ser feliz con Johnson? Si él tiene a Gabriela que es como su sombra, una que no lo deja en paz. Me asusta su silencio, Johnson me había contado que desde hace días no le envía mensajes, tampoco le llama y ella le enviaba mil mensajes al día.
Era un serio problema para ambos.
Dejé de pensar en eso y entré a casa. Saqué un poco de zumo de naranja y me serví un poco. Días después que mamá murió, la empleada de la casa se fue. Al día siguiente simplemente ya no estaba. Papá dijo que ella le tenía mucho aprecio a mamá y sin ella acá ya no tenía sentido estar.
Y la entiendo, la casa sin mamá es tan... Horrible.
Pero por qué no se quedó, ella y yo éramos buenas amigas. O eso creía.
Seguí tomando un trago más de zumo, minutos después salió papá. Me miró asombrado, iba muy bien vestido. Y quizá se había rociado todo el perfume, porque cuando llegó cerca inundó el espacio con semejante olor, muy rico por cierto.
—Qué haces despierta tan temprano? —preguntó.
—¿Y tú para dónde vas? —respondí con una pregunta.
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Miradas oscuras
RomanceLa vida de dos jóvenes de diecisiete y dieciocho años está a punto de cambiar. Pero siempre hay algunas personas que te ayudan a salir del precipicio al que has caído. Dos jóvenes que se ven envueltos en las jugadas del destino. Deberán aprender a s...