Su llamada
Alexandra
Después de que papá llegara a no se que hora a la casa no hemos cruzado ni una sola palabra. Hace tres semanas de esa espantosa tarde en la que casi era violada.Johnson me ha planteado la idea de ir con una psicóloga y hablarle de todos mis problemas. Lo estoy considerando, pero no lo creo tan necesario.
Las semanas han pasado, y cada vez pasa más tiempo desde la muerte de mamá. Cada día la extraño más.
Papá sigue igual, nos ve como un cero a la izquierda, ni siquiera se dignó a preguntar si estaba bien después de lo que el maldito intentó hacerme. Él sólo se dedicó a golpearlo, parece que la señora Johnson lo ha cambiado mucho.
Bajé a la cocina para buscar algo de comer, un día domingo a las once de la mañana, ya era casi hora de almuerzo, y esta casa parecía casi hasta abandonada.
Desde que ella se fue todo es tan distinto.
Me encontré con Mateo preparándose un sándwich.
—Chiqui, días sin verte —me sonrió— ¿Quieres uno?
A él le conté lo que pasó con Marco, sin embargo le prohibí que fuera y lo buscará. Solo iban a empeorar las cosas.
—Claro. Yo nunca despreciaría la comida —me senté en el comedor.
—¿Y cómo vas con… Daniel Johnson? —preguntó confuso.
—Bien. Pero a veces tengo dudas —admití.
—¿Y eso por qué? ¿Te trata mal o qué? —frunció el ceño.
—Nada de eso. Es un amor —sonreí.
—Cuando está contigo se le nota, hace un par de días estaba en casa y los vi desde las escaleras en el sofá y le brillaban los ojos cuando te veía —me dio el sándwich.
—No me imaginé que se llegaría a enamorar de mi —dije comiendo mi sándwich.
—¿Y eso por qué? —preguntó sentándose en la silla frente a mi.
—Porqué al inicio él era el chico que les gustaba a todas, desde el primer día que llegué a clases vi como todas lo veían y hablaban de él y otras cosas.
—Pero él te quiere a ti, chiqui —sonrió.
—Si. Eso quiero creer —confesé.
—¿Quieres creer? Él te lo ha demostrado, no tienes porqué dudar de su amor —frunció el ceño.
—Gracias, hermanito. Es que a veces soy muy insegura, con respecto a Daniel.
—No tendrías porqué, solo te haces trizas pensando en cosas que seguramente no son —se levantó de la silla y fue a traer dos refrescos.
—Voy a tratar de dejar de pensar en eso, lo prometo —dije tomando el refresco que él me estaba dando.
—Bien. Yo tengo que seguir estudiando, tengo laboratorio el lunes y tengo que sacar buenas notas, se lo prometí a mamá —dijo sonriendo.
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Miradas oscuras
RomanceLa vida de dos jóvenes de diecisiete y dieciocho años está a punto de cambiar. Pero siempre hay algunas personas que te ayudan a salir del precipicio al que has caído. Dos jóvenes que se ven envueltos en las jugadas del destino. Deberán aprender a s...