CAPÍTULO 18

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Narra ____.

He de admitir que Camilo había actuado algo extraño cuando estábamos con Marco, pero a fin de cuenta me benefició. No quería ser descortés, pero había algo que me hacía sentir incómoda.

Y luego... Agg, luego no sé. Es siempre tan gentil conmigo... y nos divertimos juntos. Estábamos tan cerca... 

No, no puedo. No puedo. Solo le haría daño, ni siquiera puedo tocarlo cuando estoy nerviosa... y él me pone de los nervios. Solo con acercarse a mí consigue acelerar mi corazón. No puedo permitirlo.

Aunque mirándolo por otro lado... no, no puedo. Ya me lo dijo madre, no puedo estar con nadie.

Para cuando salí de mis pensamientos todos habían llegado y nos sentamos a comer. La comida la pasé distraída, estaba feliz por todo lo que había hecho esta mañana, pero por otro lado algo en mi interior daba vueltas y vueltas. Realmente no sabía que hacer, me sentía perdida. 

En la tarde salí a pasear sola, volví junto al lago y estuve intentando practicar con mi don. Intentaba que el agua se congelara con la forma que mis manos indicaban, pero no hubo grandes resultados. Puede que sea demasiado ambiciosa para un solo día.

Habría pasado la tarde junto a Camilo pero tenía cosas que hacer en el pueblo y yo no me sentía con ánimos de sonreírle a desconocidos. Realmente no sabía como podía hacer sonreír a todos siempre.

Regresé a la casita y Pepa me recibió con una sonrisa que cambió totalmente al ver mi rostro.

-Pepa- ¿Te encuentras bien ____?

-____- Claro, por qué.

-Pepa- Vas dejando hielo por donde pisas.

-____- Oh, lo siento. Creo que estoy algo desanimada, o confusa, ¿triste? no lo sé, no sé que siento.

-Pepa- Oh querida, ven aquí cuéntamelo todo.

-____- Es que es... algo complicado.

-Pepa- Te sentirás mejor.

-____- De acuerdo.

Fuimos al salón donde la chimenea estaba encendida tal y como la noche anterior. La casita estaba en total silencio y teniendo en cuenta que estaba a punto de anochecer era algo extraño.

-____- ¿No hay nadie?

-Pepa- Camilo está en su cuarto, me parece que Félix estaba con él. El resto siguen en el pueblo.

-____- Ah bueno.

-Pepa- Tranquila, no nos escucharán.

Suspiré para sentarme en el suelo con ella este se congeló y yo solo comencé a hablar mientras jugaba con mis manos.

-____- Es que... Yo siempre he amado leer. Sobre todo esos cuentos de hadas donde la princesa vive una historia de amor preciosa, con canciones, vestidos hermosos, besos, cariño... Simplemente perfecto. Incluso cuando llegué a esta casa y pude ver las relaciones tan fuertes y tan hermosas que hay entre Julieta y Agustín o entre Félix y tu... 

-Pepa- Es cierto que tengo mucha suerte en lo que a una historia de amor se refiere.

-____- Creo que lo que intento decir es que siempre he soñando con tener mi propia historia de amor sacada de un cuento de hadas. Durante todos esos años encerrada he soñado despierta con como sería el momento en el que conocería a la persona indicada, y ahora lo que me preocupa es que no sé si podría llegar a estar con esa persona sin herirla.

-Pepa- Te entiendo...

-____- No digo que esté enamorada, realmente no sé como se siente un sentimiento como ese. Solamente, no estoy segura de que dejar fluir mis sentimientos sea lo mejor esta vez. 

-Pepa- El amor es imposible de controlar querida. Sentirás mariposas y nervios cada vez que esté cerca y tu corazón se agitará con cada roce de vuestra piel, pero a la vez te sentirás en calma y protegida cuando estéis juntos.

-____- Precisamente ese es el problema Pepa, si me pongo nerviosa cuando está cerca no puedo permitir que me toque en ese momento, podría llegar a matarlo...

-Pepa- No tiene por qué, estás aprendiendo a controlar tu don. Puede que en poco tiempo aunque tu temperatura baje no llegue a tal extremo.

-____- ¿Y si no lo consigo? Jamás podré tener mi primer beso. 

-Pepa- Pues entonces esa persona deberá aprender a amarte tal y como eres, sin esperar más de lo que tu le puedes dar.

 Suspiré y ella hizo que me tumbara con la cabeza apoyada en su regazo y comenzó a acariciar mi cabello, realmente era tranquilizador.

-Pepa- Te contaré una historia que a mis hijos y a mis sobrinas les encantaba cuando eran pequeños.

-____- Está bien.

-Pepa- Erase una vez dos jóvenes que en la noche se encontraron, ella, era una princesa de un reino muy rico, mientras que él tan solo un zapatero que trabajaba para la corte vecina. Cuando se vieron por primera vez, en ese mismo momento, supieron que debían estar juntos. Sintieron un chin.

-____- ¿Qué es un chin?

-Pepa- El chin es la conexión entre dos almas que fueron creadas para estar juntas.

La puerta sonó y Dolores, Isabela y Mirabel entraron y se sentaron emocionadas al rededor de Pepa.

-Dolores- Oí que estabas contando el cuento del chin mamá.

-Pepa- Llegáis justo a tiempo, acabamos de empezar.

Las chicas se acomodaron y Pepa prosiguió con su relato.

-Pepa- Pasaron la noche juntos bailando y riendo, entre besos y caricias. Con la llegada del alba los enamorados debían separarse pues la guardia del castillo vigilaba atentamente los aposentos de la princesa. El zapatero la acompañó y quedaron en verse en el mismo lugar la noche siguiente.

-Mirabel- Es tan romántico...

-Pepa- Tal fue la mala suerte de los enamorados que el príncipe con el que la princesa estaba prometida la descubrió escabulléndose para verse con el zapatero. Esto al príncipe no le gustó nada y decidió alertar al rey, el padre de nuestra pequeña princesa.

-Isabela- No me gusta nada esta parte.

-Pepa- Cuando el rey se enteró ordenó que todo aquel que entrase en el castillo sin su permiso fuera torturado y ejecutado, mientras que a la princesa le reforzaban la guardia manteniéndola presa en su propio castillo. Los amantes decidieron que no podían volver a verse para protegerse el uno al otro y vivieron lamentándose como almas en pena durante un tiempo pues las almas que chinchinean deben mantenerse juntas.

Pepa se detuvo, no me podía creer que ese fuera el final de la historia, era imposible. Un cuento de hadas no podía tener un final tan triste. Fue en ese momento cuando Dolores intervino.

-Dolores- Vamos, maaa. Ese no es el final.

-Pepa- Tranquilas mis niñas, sed pacientes.

-Mirabel- Vamos tía Pepaaaa...

-Pepa- Está bien.

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Hoy me operan chicos. Siento dejarles con la intriga intentaré subir el siguiente capítulo antes de entrar al quirófano. Disfruten. Si muero los quiero mucho.

Un corazón helado. Camilo Madrigal y tu (Encanto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora