CAPÍTULO 34

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Narra Camilo.

No tardamos en retirarnos cada uno a sus respectivas habitaciones. _____ fue al baño a cambiarse mientras que yo lo hacía en la habitación como cada noche. Yo estaba sentado ya en la cama cuando ella llamó a la puerta.

-Camilo- Pasa.

Ella abrió la puerta con su vestido en el brazo, me dedicó una tímida sonrisa para acercarse al armario y colgar el vestido en el espacio que yo había habilitado para que ella pudiera utilizar. Me levanté y me acerqué a ella. No pareció darse cuenta pues cuando cerró el armario y se dio la vuelta retrocedió hasta que su espalda chocó contra el mueble. No debía esperarme tan cerca. 

-Camilo- Siento todo esto.

-____- ¿El qué?

-Camilo- Todo lo que hayas pasado por culpa de mi abuela.

-____- Oh, está bien. Tranquilo.

-Camilo- Supongo que lo que Isabela decía que querías hablar conmigo debía de estar relacionado con todo esto ¿no?

-____- Un poco...

Ella bostezó y yo solo sonreí como un bobo mientras la miraba atontado.

-Camilo- A lo mejor quieres dormir ya. Mañana nos espera un largo día a ambos, pero sobre todo a ti por lo que tengo entendido.

Ella me miró extrañada.

-____- ¿Mañana?

La miré girando un poco mi cabeza para imitar su gesto cuando ella abrió aún más los ojos como si acabara de recordar algo.

-____- ¡Mañana! ¡Mañana es la fiesta de navidad!

-Camilo- ¡Bingo! Premio para la señorita.

Ella me dio un pequeño golpe en el pecho y yo fingí un dolor exagerado mientras que ella reía.

-____- No te burles de mí, Madrigal.

-Camilo- No me burlo, hablo en serio.

Ella dio un pequeño paso hacia mí poniéndome extremadamente nervioso al mirarme con una sonrisa algo coqueta. 

-____- ¿Entonces cual es mi premio?

Tragué saliva y pensé en algo rápido para cargarla como princesa sin pedir su permiso y llevarla en dirección a las literas.

-____- ¡Oye!

-Camilo- No tener que caminar a la cama.

La coloqué de nuevo en el suelo junto a las escaleras que tenía que subir para llegar a su cama.

-____- No está mal. Buenas noches Camilo.

Rio un poco para después ponerse de puntillas y abrazarme rodeando mi cuello. Correspondí su abrazo. Me soltó pero antes de separarse completamente depositó un suave beso en mi mejilla haciéndome sonreír como un tonto y como no sonrojar.

Retiré con cuidado el cabello de su rostro manteniendo mi mano en su mejilla por unos segundos mientras que le daba un tierno beso en la frente. Sé que se sonrojó porque la pequeña nubecita rosa apareció haciendo que comenzara a nevar sobre nosotros. Susurré para retirar mi mano.

-Camilo- Descansa mi copito de nieve.

Me miró con una sonrisa para luego subir las escaleras y acomodarse en su cama. Yo me metí en mi cama y tras darnos de nuevo las buenas noches me quedé completamente dormido.



Narra ____.

Desperté en la mañana tan temprano que el sol todavía no había salido. Como era de esperar el joven de rizos con quien yo compartía habitación seguía plácidamente dormido en la comodidad de su cama. Dediqué unos segundos a mirarlo para sonreír con ternura y disponerme a tomar mi vestido y cambiarme en el baño.

No desayuné y salí de la casita de los madrigal sin despedirme de nadie más que del edificio, todos dormían aún, pero yo debía empezar con mi regalo.

Me concentré, me sentía feliz, eso ayudaría. El cielo comenzó a cubrirse de nubes y a los pocos segundos una nieve ligera comenzaba a cubrir los tejados de las casas. Caminé por el pueblo asegurándome de que la nieve se amontonaba en los caminos mientras que creaba decoraciones con motivos navideños hechos con hielo y escarcha que se fijaban a las casas y las farolas. También cubrí con escarcha todo lo delicado contra la nieve y el frío evitando así que se estropeara. Todo debía ser perfecto. 

Para cuando amaneció y la gente del pueblo comenzó con su día todo estaba ya cubierto de nieve y había dejado de nevar. Volvería a hacer que nevase  a lo largo del día para que la nieve se mantuviera, pero por el momento era suficiente. Caminé por el pueblo observando las caras de sorpresa de las personas, algunas incluso se acercaban a mí preguntando si había sido yo. Yo solo asentía con una sonrisa y agradecía los cumplidos que me regalaban.

Era ya media mañana cuando regresé a la casita y me encontré con Mirabel que andaba tras de Isabela emocionada mientras que ella hacía pruebas de color con las plantas y la nieve.

La de gafas me vio y se acercó corriendo hacia mí con una sonrisa para mirarme emocionada.

-Mirabel- Esto es increíble, todo está cubierto de nieve.

-____- Y lleno de decoraciones de hielo y escarcha, solo faltan las luces, las guirnaldas y las flores. Todos en el pueblo están muy emocionados.

Mirabel miró a Isabela.

-Mirabel- Nosotras estamos con todo lo relacionado con las plantas.

Sonreí emocionada y caminamos a donde Isabela se encontraba algo nerviosa. Me miró y sus ojos se iluminaron.

-Isabela- ¡____! Menos mal que estás aquí. ¿Qué te parece este tono de rojo para las flores de pascua? ¿Es demasiado oscuro?

Le sonreí intentando tranquilizarla.

-____- Es perfecto Isa.

Ella suspiró aliviada y se levantó del suelo.

-Isabela- Lo de la nieve ha sido una sorpresa maravillosa, pensé que lo harías más tarde.

Me sonrojé un poco.

-____- Quería que todos despertaran dentro del cuento de navidad.

-Mirabel- Créeme que lo has conseguido. Tendrías que haber visto a Antonio, estaba emocionadísimo. Y Camilo inició una batalla de bolas de nieve. Imagínatelo. Todos formamos equipo contra él, incluso Luisa y Dolores.

Isabela rio.

-Isabela- Al final era él quien parecía un muñeco de nieve. Tendrías que haber estado aquí.

Rei con ellas imaginándome la escena. 

-____- ¿Necesitáis ayuda con esto?

Ellas intercambiaron una mirada cómplice para después volver a dirigirse a mí con una sonrisa enigmática.

-Isabela- Lo tenemos todo bajo control.

-Mirabel- Por otro lado... No podemos decir lo mismo de Camilo y Dolores, están teniendo complicaciones con desenredar las luces.

-____- Entonces iré a echarles una mano.

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Un corazón helado. Camilo Madrigal y tu (Encanto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora