Capítulo XXIII: SI PASA, PASA

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Antes de abordar la nave que los llevaría al quinto, Ian tomó a Glen de la mano y la llevó a aparte. Se veía algo nervioso y preocupado. Glen creía que se debía a todo el asunto de Owen, Bastiaan y lo que estaba por venir, pero no era por eso. Ian la miró, sus ojos brillando.

—Se nos complicó —dijo y ella asintió.
—No me esperaba eso de dejarnos tomar prisioneros —Ian la interrumpió.

—No hablaba de eso. —Glen le miró sin comprender, entonces él abrió muchos los ojos, como ella le hiciera más temprano y entendió.

—Oh, es verdad. —A pesar de la situación, él sonrió.

—Sí, eso. Si somos prisioneros no veo como podamos conseguir el antigente. —Glen lo miró horrorizada.

—Que fea palabra para utilizar. —Ian se encogió de hombros, miraba hacia la nave.

—Quizás no pase nada —dijo entonces, llevó sus ojos a ella de nuevo—. No siempre pasa a la primera, ¿no es cierto?

—¿Y si pasa? —Ian no contestó, se quedó mirándola, por tanto tiempo que Glen comenzó a intimidarse—. ¿Qué?

—Si pasa, pasa —dijo, entonces le dio un beso rápido en los labios y se encaminó hacia la nave. Estupefacta por su respuesta, Glen se demoró unos segundos en seguirlo.

—¿Cómo que si pasa, pasa? —le susurró con fuerza, pero él solo sonrió—. Ian, es en serio.

—Glen, no importa. —Se detuvo y la miró. Ahora estaban más cerca de la zona de abordaje, les llegaba la voz de Kenna que se despedía de Mika—. Si pasa, pasa, no es una tragedia.

—Pero…

Él la besó otra vez y allí murió la conversación, porque él se volvió hacia donde Kenna despedía a Mika y ella le vio despedir al chico. Estuvo un instante allí, con la bolsa pendiendo de su hombro, intentado procesar lo que él acababa de decirle. Si pasa, pasa. ¿De verdad no era una tragedia? ¿O era que acaso él no estaba asimilando lo que podía pasar? ¿O ella estaba siendo muy exagerada? No, no lo estaba siendo, era algo importante. De pronto Glen pudo ver perfectamente a un niño, tan nítido en su mente que un escalofrío le recorrió la espalda.

—Nunca entendí por qué tus padres se enamoraron. —Glen dio un respingo. Melvin apareció de la nada a su lado, aunque quizás no era que él hubiera aparecido de la nada, sino que ella perdida en sus pensamientos no le escuchó llegar.

—A veces olvido que usted les conoció. —Melvin asintió, miraba a Kenna, que luego de despedir a su sobrino procedía a despedir a sus hijos.

—No mucho, solo un poco. Estábamos en la misma causa perdida y como ellos yo tenía mis propios problemas, pero les vi un par de veces y nunca entendí.

—¿Por qué?

—Eran muy diferentes. Vivian era toda modales, una mujer muy tranquila, distinguida. Osmed… bueno… era un pequeño demonio.

—¿Era un mal tipo? —Glen tragó, a pesar de nunca haberlo conocido, no quería escuchar malas cosas de él, después de todo era su padre.

—No era un mal tipo, pero era muy revoltoso. Era como un barco a la deriva, iba hacia donde el viento le empujaba. Nunca entendí por qué se unió a Artús, o porqué se enamoró de Vivian o porqué era amigo de Stephan.

—¿Por qué me cuenta eso? —Melvin sonrió.

—¿No es obvio? Porque tampoco a ti te entiendo. Estas haciendo las mismas cosas que hizo él, ¿no te das cuentas? Peleas en Artús, sales con ese Macorne. ¿Por qué? —Glen se encogió de hombros.

Valor de Fuego [Razas #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora