Capítulo XIII: EL ENGAÑO

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Shannen no sabía muy bien como sentirse. Kaya le agradaba, pero no la conocía demasiado. ¿Le daba pesar la chica? Si, lo hacía, pero le daba más pesar ver a Urien tan desesperado, culpándose quizás por la desgracia de la muchacha. Hubiera deseado seguirlo, pero sabía que era mejor dejarlo solo para que procesara la noticia.

—Tú lo conoces mejor que yo —comentó Aldair—. ¿Qué crees que planee hacer? —Shannen creía saberlo, pero el solo hecho de decirlo la atemorizaba. Por suerte Ian los interrumpió por lo que no tuvo necesidad de responder. Se veía preocupado y ansioso.

—Aldair, ven conmigo. Me parece que pasa algo. Shannen, busca a Urien, pero no vayas sola. Que alguien te acompañe.

—¿Qué sucede? —preguntó ella asustada. Ian la miró y dijo.

—No estoy seguro, pero me parece que se nos han infiltrado. Aun no sé si Owen o La Hermandad. Te cuidado. Aldair, vamos —apremió al chico y Shannen los vio marcharse. De inmediato se puso en movimiento. Se acercó hacia el edificio de la izquierda y buscó a su madre. No la encontró, sin embargo se topó con Mika que bebía de un vaso de agua. Ella le pidió que buscara a los adultos y les informara de lo que pasaba. El niño asintió y se puso en ello.

Shannen buscó por todo el fuerte. Rikkie estaba en su cama, imposibilitado por un dolor de estómago, pero le sugirió que llevara a una chica que era hibrida y estaba en la otra habitación, así como a un joven Fuego que al parecer era novio o algo similar de la hibrida.

Shannen no tenía mucha confianza en la hibrida, pero se conformó. Se adentró en la parte más allá del lago seguida por sus dos acompañantes. La noche era oscura, salvo por un par de estrellas que titilaban ociosas en el cielo. Todo parecía sereno, por un instante Shannen quiso creer que Ian solo estaba siendo paranoico, que nada sucedía. Pronto pudo constatar que sí sucedía algo.

Primero fueron unos fogonazos, como bolas de fuego destellando en la noche. De inmediato pudo escuchar el murmullo del agua, un látigo restrellando. Apremió a los otros dos y corrieron en pos del sonido y las luces. Urien estaba rodeado de desconocidos, pero Shannen pudo ver que los ataques que le dirigían no eran mortales. Pronto entendió el porqué.

—Owen piensa ser comprensivo —dijo un sujeto de piel blanca. Con un arma corta y negra apuntaba a Urien—. Solo tienes que venir con nosotros sin poner resistencia. —Urien tenía una burbuja de agua frente a él pero no parecía dispuesto a emplearla. Veía al sujeto albino con algo de interés.

—¿Ella estará bien? —El albino asintió.

—Owen promete no hacerle nada, pero se requiere tu colaboración. Es crucial para él. Si lo piensas, logras más junto a él que en su contra. —Shannen le hizo una seña a los otros dos. Eran menos que los enemigos, pero pensó que podían contar con la oscuridad y el factor sorpresa.

Sus dos compañeros se alejaron de ella. Todos caminaban gacho, a varios metros de distancia del conflicto. Shannen echó las manos hacia atrás, no estaban tan lejos del lago feo. Hizo al agua viajar hasta ella a ras del suelo, siendo lo más silenciosa que pudiera. Urien había bajado las manos, resignado al parecer, pero ella no pensaba dejarlo hacer esa locura.

No lo había planeado, pero soltó un silbido y rezó porque sus compañeros la entendieran. Así debió ser. El sujeto albino cayó desmayado al suelo y una bola de fuego enorme barrió a dos sujetos desprevenidos tras Urien que chillaron de dolor. A los dos que tenía enfrente, Shannen les mandó una lluvia de dagas de agua, y a pesar de la distancia casi pudo ver la sangre manando de las heridas. El sexto sujeto sin embargo se volvió y disparó. Shannen se arrojó a un lado, pero los disparos cedieron. Cuando pudo ponerse en pie, el tipo estaba en el suelo caído sobre su arma.

Valor de Fuego [Razas #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora