Capítulo VII: FALSAS ESPERANZAS

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La zona de vuelos del planeta Fuego era enorme. Glen se encontró recordando la de la Tierra, tan modesta y humilde, sintiendo un ligero ramalazo de su antiguo rencor hacia las otras naciones. En Fuego todo parecía majestuoso. Miles de calles, de edificios, mientras que en la Tierra todo era tan pequeño y pobre.

Desechó el pensamiento, porque a fin de cuentas estaba empezando a comprender el funcionamiento del sistema en que vivía. La modesta vida de la Tierra no era culpa de los otros pueblos, lo era de La Hermandad, porque al asegurarse de que la Tierra dependiera en muchos aspectos de las tecnologías de los otros planetas, los mantenía subordinados hasta que encontraran conveniente darles un poco más de poder, pero siempre buscando el factor agradecimiento. Era decir, que la Tierra se sintiera en deuda con La Hermandad y se sometiera a sus órdenes y reglas.

Eso era lo que pretendían empezar a hacer cuando enviaron aquella comisión de soldados Fuego a Talamh. Lo primero era mantenerlos vigilados y luego ir enviado tecnologías poco a poco, hasta que la Tierra estuviera llena de la supuesta beneficencia de La Hermandad.

Todo eso se lo había explicado Mika aquella mañana, cuando salían del complejo de residencias con Kaya y su familia hacia la zona de vuelos. Primero caminaron un par de cuadras y luego tomaron un transporte público. Mika le explicó también que los acompañaba para que no se perdieran porque la zona de vuelos quedaba bastante apartada. Sin embargo Glen sabía que Kaya era perfectamente capaz de ubicarse en el planeta por sí misma, pero algo le decía que la presencia de Mika allí era la evidente preocupación personal de alguien.

Miró a Kaya intentando descubrir si su amiga había llegado a la misma conclusión, pero no podría saberlo. A simple vista Kaya se mostraba normal. A pocos minutos de llegar a su destino, Glen se distanció un poco de Mika y se acercó a su amiga.

—Me parece que nos enviaron a Mika para asegurarse de que no perdieras tu vuelo —Glen comentó como si tal cosa, para ver si Kaya leía entre líneas lo que quería decirle: «Lo mandó Uiren, es evidente que se preocupa por ti.» Pero Kaya arrugó el entrecejo.

—Eso no tiene sentido. Puedo ubicarme en el planeta sola, más bien me parece que es una cortesía de la Ceann. La mayoría de los que van a tomar el vuelo fueron escoltados por alguien.

—No me di cuenta.

—Por supuesto que no, andas con la cabeza en otro lado. La señora Tress que se estaba quedando frente a nosotros salió muy temprano con unos ciudadanos de Agua. Bueno ya sabes, como nos están enviando a su planeta, supongo que lo encuentran como una formalidad.

—Tiene sentido, pero la presencia de Mika aquí es más que eso. —Kaya no dijo nada, Glen desesperada agregó—. Ay vamos, ¿tan difícil es creer que Urien lo mandó para estar al tanto de ti?

—No quiero ilusionarme en vano. —Glen guardó silencio, porque aquella frase tenía todo el sentido del universo.

El vuelo de Kaya y sus padres era el tercero en partir. Llegaron con quince minutos de adelanto y notaron que la mayoría de personas alrededor eran Agua y Tierra. Los señores Shumek tomaban un café sentados a una mesa en el cafetín mientras esperaban. Mika, Glen y Kaya se habían detenido frente a uno de los ventanales, mientras veían las naves siendo preparadas para el abordaje.

—Hasta donde sabemos llegó un mensaje de La Hermandad hace poco para los líderes de Fuego —comentó Mika de pronto, hablando bajo y mirando las naves—. Quieren que todo el asunto de los refugiados se trate con la menor discreción posible, la excusa que dan es que no quieren cundir el pánico entre la gente.

—Pero me apuesto a que hay otra teoría sobre ello —comentó Glen con una sonrisa y Mika se la devolvió.

—Sí, mi tía se ha estado comunicando con Marrion y Camila, creen que La Hermandad sabe sobre Owen y sus intenciones y planea atacarlo antes de que gane más poder.

Valor de Fuego [Razas #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora