Glen hubiera preferido ir a la calle cuarenta y tres de Giz sola, pero supo que no lo lograría. Cuando le preguntó a Kaya por la ubicación de esa calle, la joven se adentró en una explicación que Glen no entendió. La calle estaba hacia las afueras de la ciudad y Kaya ni siquiera había estado por allí, pero la había visto en un mapa.
Glen se lo pidió y Kaya le llevó hacia una sala baja del complejo de residencias, una pequeña biblioteca. Estaba llena de máquinas donde tenían digitalizados todos los documentos e información del planeta. Se sentaron a una y buscaron el mapa. Glen no lo entendía, había muchas calles por las afueras de la ciudad y la cuarenta y tres de Giz se perdía entre muchas más.
Sin embargo Kaya dijo que podría ubicarse, asegurando que era muy buena con las direcciones, así que Glen no tuvo más remedio que llevarla consigo. Le explicó porque quería ir allí cuando abandonaron el complejo en la tarde, al principio Kaya no dijo nada, sin embargo estuvo pensativa todo el camino.
Tomaron un auto para salir de la ciudad y una vez allí tuvieron que seguir a pie. Estaban en la calle trece de Roz cuando Kaya comentó.
—Estoy tan confundida.
—Nos perdimos —Glen dijo mirando en derredor, cruzaron una esquina y vio un letrero que decía calle dieciocho de Roz, pero Kaya meneó la cabeza en negación.
—No, si caminamos dos cuadras más por esta dirección llegaremos a la zona Giz, encontrar la cuarenta y tres será un suspiro.
—Que bien —Glen comentó soltando el aire, aliviada—. ¿Qué te confunde, entonces?
—Urien. Es como si un segundo me quisiera y luego no, y luego me quiere otra vez y luego no. No entiendo.
Glen creía que sí entendía. Al menos sabía que la vez que rompieron fue por influencia de Ian, pero luego se perdía. Porque hasta entonces Kaya no había vuelto a mencionar nada sobre Urien.
—Yo creo que deberías mandarlo a contar estrellas. —Llegaron a la zona Giz, un letrero decía calle veinte.
—Lo he intentado, pero cuando me mira me olvido de todo. Me asusta el poder que tiene sobre mí.
Llegaron a la calle cuarenta y tres pero parecía desierta. Una farola iluminaba la calle y ya no había luz natural. Glen miró en derredor, por un segundo recordó todo su pasado con Ian. Los insultos y los altercados. ¿Sería ese acaso una cruel broma? Se pasó una mano por el cabello, alborotándolo un poco. Kaya no parecía reparar en su preocupación, tenía la mirada sobre la farola, como aun reflexionando en sus inquietudes sobre Urien. De pronto una figura se recortó en una esquina, se fue acercando. Cuando estuvo cerca Glen se percató de que solo era un jovencito, una que ella conocía muy bien.
—Oh, hola, ¿qué haces por aquí? —Mika parecía algo nervioso. Tenía el cabello rubio húmedo por el sudor y miraba de ella a Kaya como confundido.
—Mika, hace mucho que no te veía. ¿Cómo estás? —Glen se alegró de verlo. Lo cierto era que con todo lo que sucedido ni siquiera había pensado en él. Pero se lo veía bien, excepto por el extraño comportamiento.
—Bien, estoy bien. Dando una vuelta, pero... —En ese momento se escuchó un pitido, Mika se palpó la espalda y sacó una tabla eléctrica, la toqueteó y a la luz de esta esbozó una pequeña sonrisa—. Ah, Ian te dijo que vinieras.
—Eh si, de hecho sí. Pensé que estaría por aquí.
—Dice que vendrías sola —comentó lanzando una mirada a Kaya y esta enarcó las cejas.
—Kaya sabe más de direcciones que yo, por eso le pedí que me acompañara. —Mika la miró pensativo y tecleó en su pantalla. Esperó un instante y luego la pantalla hizo el mismo pitido, Mika leyó y asintió.
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Valor de Fuego [Razas #2]
Science FictionSEGUNDA PARTE DE RAZAS. Glen Stevarius descubrió muchas cosas que solía ignorar, entre ellas que la rebelión que tanto deseó no era lo que esperaba. Los ideales de Owen eran, si se podía, peores que los de La Hermandad, y estos últimos seguían siend...