Capítulo 1 - MILAN

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...En un jet privado...

(En idioma griego)

-Señorita Makridis, en treinta minutos estaremos aterrizando en Milán- decía con total profesionalidad la azafata de tirante rodete dirigiéndose a la que estaba sentada -¿Necesita algo más?-

-No, gracias- con la cabeza en su computadora que se situaba en una pequeña mesa frente a ella sin dejar de escribir.

-Y usted señor Jones ¿Necesita algo?- otra vez la chica de uniforme azul al otro pasajero.

El hombre negó con la cabeza y una amable sonrisa.

- ¿Señorita Williams? - sonriendo se dirigió a la joven rubia que se acercaba al salir del baño.

-Estoy bien, muchas gracias- contestó con timidez mientras se sentaba al lado del hombre.

-Bien ¿Cuándo quieres empezar a buscar a todo el personal necesario? Sobre todo a los principales chefs- le preguntó el cincuentón que se situaba sentado frente a la que continuaba con su cabeza en el monitor- ¿O ya los tienes y no me enteré? -

-Quiero darle la oportunidad a nuevos talentos, que crezcan junto a mi bebé- respondió elevando su profunda mirada color miel entre sus largas pestañas pintadas de negro para observar al que le hablaba.

-Pero eso te hará las cosas más difíciles Adara ¿Por qué no contratas a alguien de renombre?- suspirando al tratar de entender esa cabecita calculadora que siempre terminaba por sorprenderlo.

La mujer sonrió de lado mostrando cierta picardía.

-¿Desde cuándo hago lo más fácil en los negocios?- respondió antes de volver su atención a la pantalla otra vez.

Paul Jones se la quedó observando con frustración y cariño al mismo tiempo mientras masajeaba su sien con un par de dedos a un lado de su canosa cabeza.

Trabajaba para la familia Makridis prácticamente desde que nació ya que sus padres lo hacían también. Pero a él le dieron la tarea más importante; ser el protector y la mano derecha de esa jovencita que amaba como a una hija desde que se la dieron a su cuidado a la tierna edad de cinco años, aunque jovencita ya no podía decirle puesto que hacía un par de meses había pasado los treinta y un años.

Se preguntó para sí mismo cuando sería suficiente para Adara; sabía que muy dentro de ella, el inmenso poder y la incalculable fortuna que poseía no iban a llenar el vacío y el profundo dolor que sentía después de... bueno, no tenía caso recordarlo en esos momentos.

Por lo pronto agradeció que esa mujer a la que siempre vería como a una chiquilla, además de trabajar se encontraría con su mejor amiga y esa otra, gozaba de una hermosa locura que la ayudaría a relajarse, aunque fuese un poco.

...En el aeropuerto milanés Malpensa...

Un hombre de treinta y seis años caminaba con agotamiento en sus ojos que poseían un particular celeste turbio, pasaba los dedos por su sedoso cabello castaño pero sin dejar su característica y simpática sonrisa.

La ropa de la mejor calidad y diseño quedaba a la perfección en su delgado cuerpo, provocando que cualquier mujer a su alrededor se volteara a verlo y suspirara; cosa que a él no le pasaba desapercibido y le gustaba sobremanera.

Sacó su móvil mientras esperaba junto a Richard, su rubio y nada mal espécimen de asistente, que sus maletas aparecieran en el corredor del escáner.

(En idioma italiano)

-A esta hora supongo no estarás durmiendo, menos en esta época del año- comenzó a decir ni bien le contestaron del otro lado y acomodaba su bufanda tejida.

"-Sólo tú podrías llamar a las seis y media de la mañana-" escuchó en respuesta "-¿Qué quieres? Supongo que aún estás en Zúrich... ¿A qué te refieres con 'ésta época del año'?-"

-Acabo de llegar, aún estoy en el Malpensa y hace más de veinte años que somos amigos Leo, no creas que olvide que es el aniversario, en estas fechas nunca duermes ni tienes buen humor- respondió el empresario con un poco más de seriedad.

"-¿Para qué me llamaste Mateo?-" suspirando.

-A lo importante... como soy tu hermano fiel voy a darte una oportunidad que cualquiera mataría por tener- mostrando sus blancos dientes en una enorme sonrisa.

"-¡¿Me vas a decir de una buena vez que quieres?!-" dijo el del otro lado con la paciencia por el piso.

-Si quieres cumplir tu sueño deberás esta noche mostrar todas tus habilidades porque llevaré a alguien que en los negocios puede elevarte al cielo o hundirte en el infierno- con total seguridad.

...En el hotel Manzoni...

La habitación era la suite de lujo, ocupaba casi todo un piso y era del tamaño de un departamento derrochando distinción por donde se mirara.

Además de la recámara principal, había un gigantesco baño privado, vestidor, biblioteca, sala de entretenimiento, living, comedor y otra habitación con un tamaño algo menor con otro baño completo; todos decorados con un papel tapiz en tono ocres de líneas verticales y el mobiliario de madera oscura, mostrando la simplicidad y elegancia amalgamadas a la perfección .

La mujer llegó directo a tirarse en la cama mientras su leal compañero Paul se encargaba de ordenar su agenda para el día siguiente en el living de la lujosa habitación.

Su asistente Anna se dispuso a sacar y acomodar toda la ropa de las maletas.

Se escuchó que golpeaban la puerta y oyendo la insistencia, el hombre supo quién era por lo que abrió tranquilamente.

Apenas alcanzó a atender y una mujer entró como un vendaval.

(En idioma inglés)

-Buenos días Paul- dijo colgándose del cuello del hombre para darle un beso en cada mejilla y continuar al interior prácticamente corriendo.

-Buenos días señorita Elora-sonrió mientras cerraba la puerta y comenzaba a escuchar gritos de alegría y saludos.

Después de estar toda la mañana hablando de trabajo en la suite, Adara no tuvo más remedio que aceptar la insistente invitación de Elora a almorzar, lo que llevaría por supuesto a una larga tarde de compras como era su costumbre; después de todo estaban en "el cuadrilátero".

...Horas después frente a la tienda de Gucci...

(En idioma griego)

-¡Vamos Adara!- varios pasos delante de la otra pronunciaba Elora llevando del brazo, por no decir arrastrando, a la pobre Anna que sostenía una expresión de agotamiento mezclada con vergüenza –Quiero un bolso que vi en su página web- con total entusiasmo como si fuera una niña a punto de entrar a una tienda de dulces y las manos cargadas de bolsas de renombradas marcas.

La que iba más atrás colocó los ojos en blanco y suspiró mientras volvía a escribir en su móvil y cruzaba con toda su atención en sus manos.

HOTEL PASSIONE - LA JEFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora