Capítulo 25 - ROSA AMARILLA

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...Un par de días después...

Leonzio había salido con Elora, mientras ella elegía algunos adornos nuevos, él la esperaba para luego ir a buscar algunas hierbas frescas a un mercado local.

El chef observaba a su alrededor y luego el reloj en su muñeca, al parecer a esa mujer en verdad le gustaba ir de compras.

-Elora, por favor- resopló al acercarse a ella -Apúrate o te dejaré, debo hacer las compras para el hotel y se está haciendo muy tarde- explicó lo más paciente que pudo.

-No te preocupes cuñadito que ya casi estoy lista- sonriendo y dándose la vuelta para ver una caramelera de vidrio.

El joven presionó el puente de su nariz y respiró fuerte.

-Te espero afuera-

En la acera había un puesto callejero de flores que estaba siendo atendido por una simpática señora de muchos años.

Hablaba con rapidez y aconsejaba a cada comprador según le dijeran que ocasión celebrarían con sus flores.

-Perdone señor ¿A quién quiere regalarle una rosa amarilla?- se escuchó a la amable mujer.

El chef se detuvo a observar al hombre cuarentón situado a su lado y luego sus manos donde tenía esa flor.

-A mi esposa, es que es nuestro aniversario... pero no tengo tanto dinero como para un ramo completo, por eso sólo llevaré una- bajando la mirada sintiéndose apenado con la explicación.

-No puedo regalarla porque necesito el dinero, pero le daré una blanca por el mismo precio, es ideal para la ocasión porque significan amor puro y además evitaremos un divorcio- riendo suave agregó la señora.

-Disculpe que me entrometa, pero... ¿Por qué? - interrogó intrigado Leo.

-Bueno, aunque se dice que las rosas amarillas son símbolo de amistad y alegría, más aún se cree que significan desprecio y traición en la pareja- explicó mientras colocaba la rosa de nuevo en su lugar –Diría que es hermosa para regalar a una amiga pero no a su esposa- riendo.

-Gracias, entonces llevaré otro tipo de flor, no quiero que pierda dinero por mi culpa, sé que las blancas y rojas son más caras que las de otros colores- agregó con vergüenza el señor –Tal vez una color rosa...-

-Señora, haga el ramo más hermoso para el aniversario de esta pareja, es más, coloque una rosa blanca y otra roja por cada año que llevan juntos... yo me hago cargo de él- sacando su billetera del bolsillo del pantalón.

-¡No! Por favor, que pena... usted no tiene que hacer eso- tomando el brazo del chef para impedir la acción –Además va a salir una fortuna porque llevamos veinte años juntos-

- ¡Con más razón, veinte años es toda una vida! - sonriendo –Una vez pagaron algo por mí y cambiaron mi vida... digamos que estoy pagando ese favor, algún día, usted le devolverá el favor a alguien más-

La señora mostró una sonrisa tan grande que parecía no caberle en el rostro y sus ojos iluminados se volvieron cristalinos.

-Aún hay esperanza en la juventud- pronunció antes de ir apresurada a realizar el pedido.

Cuando Elora salió de la casa de decoración, Leo estaba entregándole los billetes a la mujer.

-¿Le compraste flores a Ada?-

-No, creo que no sería una buena idea por ahora- respirando hondo y observando el florero que contenía las rosas amarillas –Desprecio y traición...- murmuró para sí mismo.

- ¿Qué? - al no escuchar bien la última parte.

-Nada, vamos que es tardísimo- comenzando a caminar y saludando con una sonrisa a la anciana que ya comenzaba a atender a otra persona.

...Esa noche...

Aunque Ada dormía con calma, Leo sólo daba vueltas en la cama.

Se levantó, fue al baño y se dirigió a la cocina.

(En idioma italiano)

-Rosa amarilla...- tomando un sorbo de agua que se había servido en un vaso –Traición y desprecio... ¿Por qué me molesta tanto esa tontería? - resoplando y sentándose en la banqueta.

Apoyó sus brazos en la gran mesada y su frente en ellos con la mirada perdida en la pared.

Pasaron varios minutos y se quedó dormido en esa posición.

-¡¿Acaso estuviste con otra mujer?! ¡¿O es que tienes tan poco dinero que sólo puedes comprarme una mísera rosa amarilla?!- le gritaba la joven furiosa.

-¿De qué hablas Sopphie? Quise traerte flores... es verdad que no tenía dinero para más, pero creí que te gustaría- explicó mientras levantaba del suelo la flor pisoteada.

-Cualquier idiota sabe que una rosa amarilla significa traición- caminando a la salida –Iré a algún bar a quitarme ese mal sabor de boca que me dejaste y no quiero que me sigas como perro faldero-

-Sopphie por favor, no te comportes como niña caprichosa- suspirando y angustiado -Acabo de llegar de trabajar, vamos a pasar la noche juntos, tomando un vino o saliendo si es eso lo que quieres...-

-El día que yo te dé una rosa amarilla será porque verás mi desprecio ¡Y será sólo una, cómo tú lo has hecho!- sentenció antes de azotar la puerta detrás de ella.

Leonzio despertó exaltado y mirando hacia todos lados hasta que reaccionó donde se encontraba.

Con su respiración agitada y sus manos temblando.

-No tiene sentido...- respirando fuerte –Había olvidado eso por completo- tomando agua otra vez.

Caminó por todo el lugar como león enjaulado por un largo rato hasta que se sentó en el sillón del living.

-El ramo que entregó ese criminal era de rosas rojas y sólo una amarilla... lo sé bien porque los policías recalcaron esa singularidad del asunto- hablaba en voz baja y agarraba sus cabellos con frustración y miedo –Pero no puede ser que tenga algo que ver... ella murió hace muchos años... además se cae de maduro que fue la basura de su ex- trataba de deducir y tranquilizarse con una respuesta lógica a la sospecha que lo estaba inundando.

Se incorporó y buscó su móvil para luego enviar un mensaje de texto.

A: Matteo

"Mañana a primera hora tengo que hablar contigo, necesito un favor muy importante. No le digas a nadie."

(En idioma griego)

- ¿Leo? - desde la puerta abierta de la habitación - ¿Qué haces despierto a estas horas? - refregando sus ojos como una niña.

-No es nada mi amor, sólo vine a tomar agua- dejando el teléfono en la mesa y yendo hacia ella.

-¿Con quién hablabas?- indagó desconfiada.

-Recibí un mensaje y creí que era importante por la hora, pero era sólo publicidad- mintió descaradamente sin dudar.

La empresaria no se convenció y lo demostró levantando una ceja mientras se cruzaba de brazos y lo observaba fijamente.

-Está bien...- resopló -Hablaba con Mateo por sus líos de polleras y no quería que lo supieras porque él es mi amigo pero tú lo eres de Elora- volvió a mentir tomándola de la cintura y mientras hundía su rostro en el femenino cuello y aspiraba su perfume.

Recibió los brazos de ella rodeando su cuello y luego un pequeño beso en los labios.

-Nos prometimos que no nos meteríamos en ese tema, por nosotros y por nuestra amistad con ellos-

-Es lo que le dije...- levantándola en el aire –Y dime una cosa... ¿Estás muy cansada o puedes estar despierta un poco más?- con tono seductor y meloso a la vez.

-Tú siempre me quitas el sueño- riendo coqueta.

Fueron a la habitación y en la cama se volvieron a demostrar su amor.

Leo procuraba ser lento y mantenerse dulce, no quería dejarse llevar por la pasión hasta que ella no se recuperara del todo, el temor a lastimarla o que ella sintiera dolor lo frenaba aunque no dejaba de disfrutar junto a la hotelera de sus cuerpos desnudos y su amor.

HOTEL PASSIONE - LA JEFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora