Capítulo 5 - RECUERDOS

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....Algunas horas más tarde....

Queriendo darle una sorpresa en su aniversario, pidió a un compañero que lo cubriera en su trabajo y llegó temprano a su humilde departamento que le encantaba llamar hogar con un delicado postre en sus manos, lo que menos se imaginó fue que encontraría a su mujer utilizando su propia cama con alguien más.

Después de que el postre quedó pintado sobre la pared del dormitorio gracias a la furia del italiano, sacó a golpes de su cama a ese tipo que ni siquiera tenía la decencia de irse sin reírsele en la cara.

Luego la observó de arriba a abajo a esa mujer que ya no reconocía como propia, dándole asco, mucho rencor y vergüenza por ser el cornudo que no se enteraba de nada.

Salió prácticamente corriendo de allí, sólo necesitaba alejarse... pero ella fue por detrás gritándole.

(En idioma italiano)

"¡¿En verdad creías que sólo con tu cara bonita sería suficiente para mí?! ¡Me cansé de no vivir en los lujos en los que crecí!" gritaba la mujer semi desnuda en la acera siguiendo a su pareja que huía de ella "Creí que pronto tendrías éxito pero no eres capaz de nada, sólo eres un inútil" mientras él la observaba rojo de furia y con los nudillos blancos de tanto apretar sus manos cerradas.

El joven de veinticinco años no quería acercarse por temor a no poder contenerse y estrangularla allí mismo; su sangre italiana hervía como géiser en plena erupción.

La ira se mezclaba con dolor y decepción, esa no era la chica de la que se había enamorado hacía tres años atrás.

"¡Era obvio! Que no estés en todo el día hizo que busque otro... y no soy tonta, por supuesto tiene mucho dinero, no es un muerto de hambre como tú, no voy a cometer el mismo error dos veces" burlona y sonriente "Nunca debí alejarme de mi familia sólo por encapricharme contigo" continuaba gritando la rubia a la que el pequeño camisón de seda gris perla apenas le tapaba lo necesario.

Esas palabras no sólo lo hirieron, sino que se clavaron en lo profundo de su corazón y lo destrozaron en millones de pedazos que no podría volver a unir.

Hubiese dado su vida si ella lo hubiese pedido; trabajaba y estudiaba todo el día y la noche para cumplir su sueño y brindarle a esa mujer todo lo que podía y más... sin embargo, nada fue suficiente.

Dio media vuelta y pasando a través de los autos corrió para alejarse, ya no soportaba ver su falso y cruel rostro o podría ser capaz de cualquier cosa.

"¡Ven aquí y enfréntame, el que escapes no borrará la realidad!" le gritaba mientras bajaba de la vereda descalza y estiraba su cuerpo, como si de esa manera él pudiera escucharla con más fuerza "¡Cuando vuelvas ya no estaré aquí!"

"¡Maldita bruja hipócrita! Más te vale no estar cuando yo regrese" gritó él desde la senda de enfrente "¡Muérete!".

En ese instante se escuchó un fuerte chillido ensordecedor; los frenos de un auto y los reflejos rápidos del conductor no fueron suficientes para esquivar a la castaña teñida de rubia y su cuerpo quedó tendido en medio de la calle en una pose tan extraña que parecía una muñeca rota mientras se formaba un rio rojo debajo de ella...

-¡No!- gritó el italiano empapado de sudor, incorporándose y mirando a todos lados en la habitación sin poder respirar.

Cuando pudo calmarse un poco y entender que sólo fue un terrible sueño vívido que tenía desde hacía muchos años, tomó su rostro entre sus manos y respiró hondamente.

Luego de sentarse al borde de la cama observó el reloj, faltaba por lo menos una hora más antes del amanecer.

Por obvias razones no volvería a dormir por lo que se dirigió al baño y tomó una larga ducha como si el agua pudiera llevarse, aunque fuese un poco, ese nudo en la garganta que se le formaba siempre que recordaba.

Habían pasado ya diez años, pero cada vez que se acercaba la fecha esa memoria vuelta pesadilla volvía como una gran ola en el océano que lo oprimía y ahogaba.

Con los años había conseguido cambiar aquel humilde departamento por ese enorme piso en uno de los lugares más exclusivos de la ciudad, pero sin dudas era más frío y vacío, sin fotos ni otra cosa personal que lo hiciera sentir más un hogar.

Leonzio envolvió una toalla alrededor de sus caderas y llegó a la cocina para prepararse algo de desayuno; no es que tuviera hambre, pero tendría un largo día por delante.

HOTEL PASSIONE - LA JEFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora