Capítulo 23 - SENTIMIENTOS

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De a uno o dos fueron pasando a verla y sólo por unos cinco minutos cada vez con las estrictas normas del lugar para no agitar demasiado a la empresaria.

El último en ingresar fue Leo, que había esperado pacientemente para poder entrar.

(En idioma italiano)

-Hola hermosa- sentándose a su lado y tomando las femeninas manos entre las suyas para luego darle un corto y suave beso en ellas -No te das una idea de lo asustado que me tenías- confesó con los ojos cristalizados –Oh Dios, te amo tanto que no sé qué haría sin ti- confesó sin pensar y sin arrepentirse.

Esas palabras la sorprendieron y al mismo tiempo, le brindaron una absoluta felicidad.

Hasta ese momento ninguno de los dos lo había dicho, cada uno sintiéndolo pero sin animarse a pronunciar esas dos palabras en voz alta.

-Y yo te amo como nunca amé ni amaré a nadie- respondió tomando entre sus manos el rostro de ese hombre que iluminaba con su mirada.

Se besaron suavemente, con lentitud y algo de erotismo también.

-Basta o me olvidaré que debemos portarnos bien- el chef con picardía pero demostrando amor puro en sus ojos.

-Ven aquí- sonriendo y tratando de moverse a un lado, aunque su mueca mostró el dolor que sentía.

-Quédate quieta principessa- acercándose más y acomodando unas almohadas detrás de la cabeza de su jefa -Ya tendremos tiempo para estar juntos en la misma cama- guiñándole un ojo y sonriendo con picardía.

Con suma sutileza y ternura tomó las pálidas mejillas entre sus manos y volvió a besar esos dulces labios, tratando de demostrarle cuanto la había extrañado ese par de días y cuanto la necesitaba a su lado.

-Prométeme que no te alejarás de mí...por favor... no sé qué haría si te pierdo, no vuelvas a asustarme así- rogando y apoyando su frente en la de ella.

-No quiero nunca alejarme de ti, nunca lo haré... si algún día desaparezco, no será porque yo lo quiera...- con la voz cortada y llena de angustia.

-No digas eso, no volveré a equivocarme en ser tan descuidado, voy a hacer lo que sea por protegerte- volviendo a besarla, pero esta vez con más intensidad y urgencia.

Las saladas gotas que brotaban de ambos pares de ojos, recorrían los rostros y bajaban por los cuellos hasta perderse.

-Mi amor... sé que fue John, no tengo dudas...- con firmeza y observando esos hermosos ojos que le encantaban.

-Es probable, pero los policías dijeron que hay muchas posibilidades... ten calma, ya encontrarán al responsable- tratando de calmarla.

-No lo entiendes- suspirando –Él sabe que odio las rosas rojas, siempre me regalaba una docena y media después de los golpes y las infidelidades, siempre le dije que no me gustaban y que amaba los jazmines y las flores silvestres, pero insistía en darme dieciocho rosas rojas porque según él, era mostrarme que yo valía caro, pero no lo suficiente, que valía sólo por mi nombre...- sollozando.

-Lo bueno de esto es que ya sé cuales flores regalarte- sonriendo y tratando de relajar el ambiente -No te preocupes, vas a estar bien y hay muchas personas a tu alrededor que te aman y te cuidan... todo estará bien...- abrazándola y acariciando su cabello.

-Perdón...- se escuchó la suave voz de la enfermera -Disculpen, pero la señorita debe descansar, ya ha sido mucho por hoy-

- ¿Puede quedarse? - a modo de súplica.

-Lo lamento, pero el doctor me mataría si se entera- apenada.

-Está bien hermosa, aprovecha a descansar, volveré luego- colocando un corto beso en su frente antes de alejarse.

HOTEL PASSIONE - LA JEFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora