Luego de ingresar al departamento, la expresión de tristeza no se había ido del rostro de la mujer.
(En idioma Italiano)
-¿Por qué no te das un baño para relajarte? Hoy tienes chef personal asique te prepararé algo para que comas- con dulzura expresó el hombre mientras se quitaba el abrigo de paño grueso.
-No tengo mucho hambre... pero me gustaría que igual te quedaras- murmuró sonrojándose un poco y admitiendo para sí misma que ese chef le estaba haciendo temblar el suelo.
-Ya te lo dije, me quedaré todo el tiempo que quieras- sonriendo con ternura –Pero comerás aunque sea un poco, será algo liviano-
Desde esa noche que cenaron pizza... esa familiaridad de verse, de sonreírse sin pronunciar palabras, de recorrer sus cuerpos, de aprender lo que al otro de gustaba o disgustaba; se estaba transformando no en una costumbre o necesidad, sino más bien en eso que aún no querían pronunciar pero que estaba arrollándolos como un maremoto de sentimientos nuevos, distinto a todo lo que alguna vez habían experimentado con alguien más.
Leonzio volvió a sonreír sintiendo satisfacción porque estaba tornándose alguien necesario para la empresaria.
Mientras ella entraba al baño, él preparaba una ensalada con lo que encontraba en la heladera.
Luego de que ella tomara una ducha que se prolongó varios minutos, se colocó un pijama de algodón verde claro, enorme, cómodo y nada sexy pero que el hombre observó como algo hermoso que se mostrara en una faceta nada provocadora, sólo con la cotidianidad del hogar.
Se sentó en la barra de la cocina para luego observar con detenimiento cada movimiento que el concentrado chef hacía picando verdura y prendiendo fuego.
-¿Por qué huiste de mí aquel día y estuviste evitándome?- soltó sin sonar a reproche, más diría curiosidad y cansancio.
Leo dejó lo que estaba haciendo y miró directamente esos bellos ojos miel.
-Porque soy un completo idiota...- suspirando y tomando su mano desde el otro lado de la mesada –Porque no eres la única que tiene cicatrices que no se ven... ¿Recuerdas que lo hablamos?- sonriendo con dulzura –No volverá a suceder, por lo menos si me permites estar a tu lado... no volveré a huir... y tú tampoco lo hagas de mí-
-Por favor... por favor Leo, no hagas que me arrepienta de abrirme a ti...- susurró en súplica.
-No lo haré- plenamente convencido.
Ella fue hasta él y lo abrazó con fuerza para después besarlo con suavidad y lentitud, sellando esa promesa entre ambos.
Más tarde la mujer apenas había probado bocado y jugaba con el tenedor en su plato. El chef se dio por vencido y comenzó a recoger todo.
Cuando terminaron, él con un modo protector que no sabía que poseía, la llevó a su cama, la arropó y se recostó junto a ella abrazándola.
-Es mi ex esposo- dijo Adara de pronto.
Leonzio no iba a preguntar nada, no porque no quisiera saber, todo lo contrario, pero no quería presionarla... al parecer ella necesitaba desahogarse y él con gusto la escucharía.
-Estuvimos casados cuatro largos e interminables años... aunque para mi creo que fueron como veinte...- continuaba con su cabeza en el masculino pecho sin elevar la mirada mientras dibujaba pequeños círculos sobre la camisa en el torso.
Él le acariciaba su cabellera sin emitir sonido.
Adara decidió que la mejor forma de alivianar más esa mochila que cargaba, era contarle a Leo, aunque sea una parte.
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HOTEL PASSIONE - LA JEFA
RomanceEs el primer libro de la saga "Hotel Passione" Un lujoso hotel abrirá las puertas en la glamorosa ciudad de Milán, Italia. Adara, su dueña, una mujer griega y exitosa empresaria, lo llama "su bebé" ya que allí colocó todo su esfuerzo. Pero aunque no...