En el departamento de Leonzio...
Cuando Leo cerró la puerta detrás de él, ayudó a Adara a quitarse su sobretodo de paño en tono caramelo y su enorme bufanda tejida en colores similares.
(En idioma italiano)
-Bien señorita, éste es mi hogar- dijo antes de dejar todo en un perchero de pie reciclado que se situaba a un lado.
La mujer comenzó a caminar por el lugar con lentitud y a mirar todo con detenimiento; mientras, el chef preparaba un delicioso y caliente café.
-Sabes...- dijo al fin ella mirando un enorme cuadro abstracto situado encima de la chimenea del living -Hasta ahora me he dado cuenta de que realmente no sé nada de ti-
-No sé qué quieres saber- entregándole la taza de cerámica blanca humeante.
-No sé de tu infancia o tu familia y al único amigo tuyo que conozco es a Mateo, no sé si alguna vez te casaste como yo... en fin, algo...- levantando los hombros al final -Realmente quiero saber todo de ti, tú sabes mucho de mí-
Leo dio un profundo suspiro y en ese instante entendió que esa mujer realmente lo tomaba en serio, supo que ella no era de tomar a un hombre a la ligera y el hecho de que no lo hubieran hablado o Adara no lo haya planteado, sólo se debía a su característico modo despistado que poseía para todo lo demás que no fuese su trabajo.
La tomó de la mano y la sentó junto a él en el cómodo y enorme sillón gris ratón en forma de media luna que estaba en el medio del lugar, dejó ambas tazas en la mesa ratona situada frente a ellos y luego de recostarse con la cabeza hacia atrás, la abrazó dejando la cabeza de ella en su pecho.
-Bien...haré un resumen y el resto lo dejaremos para más adelante- pronunció en un tono relajado –Sino se perderá el misterio- bromeando.
Ella le sonrió tiernamente, en su interior sabía que eso significaba que había cosas de las cuales no quería hablar... y lo respetaría, al menos por ahora ya que ese hombre nunca le preguntó nada, solo dejó que se abriera cuando lo sintió sin presionarla; por lo tanto debía recibir lo mismo a cambio.
-Crecí literalmente en las calles desde que tengo memoria, revolviendo botes de basura para callar el rugido del estómago...- suspiró mirando un punto fijo e imaginario en el blanco techo.
Adara solo se mantuvo en silencio y no mostró su enorme sorpresa.
–Nunca supe de otra cosa más que de la lástima de los que me tiraban alguna moneda cuando me veían sucio y harapiento... sabía mi fecha de nacimiento gracias a un papel que dejaron dentro del canasto donde me encontraron los vagabundos bajo un puente; uno de ellos, mi abuelo Fabrizzio, lo guardó para mí y me lo dio cuando tuve la suficiente edad para entender... el pobre viejo fue el único que realmente se preocupó por mí hasta el día de su muerte... él me enseñó a leer y escribir, a hablar con respeto pero no dejarme pisotear... siempre decía que la vida son sólo circunstancias y decisiones y depende de cada uno como quiere vivir, algunos con más suerte que otros, algunos con las cosas más fáciles que otros, pero todos tenemos pruebas que debemos dar para crecer en todos los sentidos...- una sonrisa dulce y amarga a la vez se dibujó al recordar a ese hombre quien fue tan importante en su vida.
Para ese entonces ya la respiración de Adara se había cortado mientras tapaba su boca con la mano derecha.
No podía creer que ese hombre hermoso por fuera y por dentro tuviese semejante historia, es más, peor aún, no podía creer como alguien podía dejar a un pequeño bebé en tal lugar sin importarle que pasaría con él, si crecía o no, si vivía o no... y eso la llenó de angustia.
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HOTEL PASSIONE - LA JEFA
RomanceEs el primer libro de la saga "Hotel Passione" Un lujoso hotel abrirá las puertas en la glamorosa ciudad de Milán, Italia. Adara, su dueña, una mujer griega y exitosa empresaria, lo llama "su bebé" ya que allí colocó todo su esfuerzo. Pero aunque no...