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Al oír el despertador, JunMyeon se levantó de la cama y entró en el cuarto de baño. Eran las seis, y se encontraba tan cansado como si no hubiera dormido en toda la noche.

El espejo le devolvió una imagen pálido y ojeroso, que le preocupó. ¿Qué le estaba pasando? Normalmente, le gustaba levantarse temprano. Necesitaba una hora de tranquilidad antes de que la casa se llenara de chicos exigentes y ruidosos. Pero aquella mañana habría dado cualquier cosa por volverse a dormir.

Solo quería cerrar los ojos y esperar hasta que oh SeHun saliera de su vida.

Sin embargo, JunMyeon sabía que SeHun no se iba a ir a ninguna parte, así que se lavó la cara y las manos, se arregló un poco el pelo y, tras ponerse unos pantalones cortos, una camiseta sin mangas y unas zapatillas deportivas, salió de la habitación.

Al llegar a la cocina, preparó café y se puso a hacer ejercicios de calentamiento. Su cuerpo estaba tenso como un tambor; probablemente, porque no dejaba de pensar en el cuerpo de SeHun ni en lo que había sentido cuando le pasó el brazo alrededor de la cintura. Aquel hombre lo estaba volviendo loco.

Cuando terminó de calentar, abrió la puerta de la cocina y salió. El sol empezaba a asomar en el horizonte, pero aún faltaba un rato para que la niebla matinal se despejara. JunMyeon respiró hondo y se intentó convencer de que el ejercicio físico era la terapia perfecta para su problema. Desde su punto de vista, no había ninguna preocupación que pudiera sobrevivir a una larga y agotadora carrera.

–Te has levantado muy pronto...

JunMyeon se estremeció al oír la voz baja y seductora de SeHun, surgiendo de entre la niebla.

–Es que voy a correr. –replicó JunMyeon con aspereza–. Si quieres desayunar, sírvete tú mismo... Acabo de preparar el café.

JunMyeon se alejó a la carrera, esperando que SeHun entendiera la indirecta y lo dejara en paz. Pero no fue así. Segundos después, SeHun apareció a su lado.

–¿Puedo correr contigo? –pregunto SeHun con una sonrisa coqueta.

–Si te digo que no, ¿te marcharás?

–Sinceramente, no lo sé. –respondió SeHun con humor.

JunMyeon suspiró y le lanzó una mirada de arriba a abajo. SeHun llevaba una camiseta de la Universidad de Seúl y unos vaqueros cortados que revelaban unas piernas tan fuertes como musculosas.

–Entonces, quédate.

–Gracias... –SeHun sonrió lanzándole una mirada lasciva y luego fingir una mirada angelical e inocente.

JunMyeon guardó silencio al haber captado su sutil mirada.

–¿Cuántos kilómetros sueles correr? –pregunto SeHun mostrando sus bien formados brazos.

–Alrededor de ocho.

JunMyeon sonrió al ver que SeHun fruncía el ceño. Era evidente que estaba en forma, pero supuso que no estaría acostumbrado a correr tanto y aceleró el ritmo para dejarlo en evidencia.

–¿Sales a correr todas las mañanas? –la voz de SeHun se escucho algo fatigada mientras trataba de seguirle el ritmo a JunMyeon.

–Casi todas. –respondió JunMyeon con simpleza.

–¿Has participado alguna vez en una maratón?

–Sí, en varias. Pero hace tiempo que no participo en ninguna... estoy tan ocupado que no me puedo entrenar en serio.

–Pues cualquiera lo diría. –dijo SeHun, aparentemente asombrado con la resistencia de JunMyeon.

–¿Y tú? ¿También corres? –cuestiono JunMyeon.

Seis niños y medio~SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora