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SeHun entró en la casa y alcanzó la caña, que estaba donde Ryujin le había dicho. Pero, al volver al porche, vio que la chica estaba extrañamente cabizbaja y se sintió en la obligación de interesarse por ella.

–¿Te encuentras bien?

Ella levantó la cabeza y lo miró, sorprendida por la pregunta.

–Sí, claro ... –dijo tratando de fingir una sonrisa.

–¿Hoy no tienes colegio?

–Lo tenía, pero ya he vuelto.

SeHun notó un fondo muy triste en su voz. Se sentó a su lado e intentó encontrar la forma más adecuada de interesarse por ella. A fin de cuentas, no estaba acostumbrado a interpretar el papel de confidente. Y, menos aún, con jovencitas sensibles.

Al final, optó por ser directo y dijo:

–¿Ha pasado algo?

Ella sacudió la cabeza.

–No, nada.

Evidentemente, SeHun no la creyó.

–O sea, que ha pasado algo y no me lo quieres contar.

Ryujin sonrió.

–Supongo que no. –Admitió con sinceridad.

–Bueno, comprendo que no quieras hablar de ello. –Dijo SeHun con suavidad–. Pero recuerda que las cosas no parecen tan malas cuando las compartes con alguien ... Si cambias de opinión, habla con JunMyeon, tu mama. –Anuncio con cariño–. Por lo que tengo entendido, sabe escuchar a la gente. Y, por supuesto, también me tienes a mí ...

–Gracias SeHun.

SeHun no se levantó de inmediato. Albergaba la esperanza de que Ryujin se desahogara con él, de modo que se quedó en el porche un par de minutos. Durante ese tiempo, Kai salió de la casa y observaba desde la puerta principal a Sungmin quien se puso a lanzar pelotas a una canasta de baloncesto.

–Eh, Kai ... –le dijo SeHun motivándolo–. ¿Por qué no desafías Sungmin? Seguro que eres tan buen jugador de baloncesto como él.

El chico se limitó a sacudir la cabeza.

–Kai no suele jugar con nosotros. –Le informó Ryujin–. Mama dice que no se atreve porque lo han echado de muchas casas de acogida por causar problemas ... Por lo visto, siempre se estaba haciendo herida y cosas así.

SeHun la miró con horror.

–¿Y qué? Es normal que los chicos jueguen y se hagan daño ...

–Ya, pero hay adultos que no quieren que los molesten por nada. Supongo que tiene miedo de que mama JunMyeon se canse de él y lo eche.

–Pero eso es ...

SeHun no terminó la frase. Se había quedado atónito.

-¿Horrible? Sí, por supuesto que lo es. –Dijo Ryujin–. A veces, Vernon consigue que se abra un poco, pero le cuesta.

–Pobre chico ... –dijo SeHun sintiendo empatía al verlo observar con anhelo como Sungmin y los demás correteaban.

–Mama dice que tenemos que ser pacientes con él ... Que, más tarde o más temprano, se cuenta de que esta casa de acogida no es como las otras y que nunca nos alejara de su lado. –Murmuro Ryujin sonriendo mientras sus ojos se volvían cristalinos.

SeHun se quedó mirando a Kai y se preguntó qué podía hacer para ayudarlo y para ayudar al mismo tiempo a JunMyeon, cuyo compromiso con los chicos le parecía cada vez más admirable. Pero Ryujin lo sacó de sus pensamientos.

Seis niños y medio~SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora