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Cuando los labios de SeHun sellaron los de JunMyeon, sintió y oyó la rendición de él. Había ocurrido del mismo modo cada vez que SeHun lo había besado aquella última semana. El suave murmullo que JunMyeon hacía lo embriagaba de un modo que no podría hacerlo ningún otro estimulante. Todo su cuerpo se centró en aquel sonido y todos los nervios se tensaron de anticipación.

JunMyeon lo abrazó, como si casi no pudiera sostenerse sin SeHun. Su beso era tan abierto y entregado como JunMyeon lo había esperado. SeHun adoraba su sabor, su textura. Tenía que agarrarse a la cordura, recordarse que aquella seducción debería progresar poco a poco, no estallar en una explosión de incontrolada necesidad. Sin embargo, por mucho que se esforzara, su cuerpo pedía más. Y lo pedía en aquel mismo instante.

Los botones de su blusa de seda de JunMyeon se desabrocharon con facilidad. SeHun dejó que su mirada se diera un festín con aquella suave y delicada piel. El encaje blanco cubría sus generosos pezones y, por mucho que le gustara, ocultaba lo que tanto deseaba ver. Le deslizó la blusa por los brazos y absorbió sus pequeños gemidos de placer con los labios mientras él deslizaba los dedos por los brazos, persiguiendo a la tela hasta que cayó al suelo.

JunMyeon había estado toda la semana atormentándolo con unas prendas que sugerían y ocultaban a la vez sus hermosas curvas. Era la persona más sensual que había conocido nunca y, al mismo tiempo, también el más modesto. Aquella yuxtaposición resultaba intrigante y provocadora al mismo tiempo, pero, por fin, JunMyeon estaba a su merced para que él pudiera descubrirlo todo, hasta el más último rincón.

SeHun le deslizó las manos por las costillas para colocarlas bajo los cremosos pezones antes de cubrirlos con las manos suavemente. JunMyeon contuvo el aliento cuando SeHun le acarició los rosados pezones con los pulgares y los hizo endurecerse bajo sus dedos.

SeHun depositó pequeños besos desde la comisura de la boca hasta la mandíbula mientras gozaba con el peso y la firmeza que tenía entre las manos. Cuando inclinó la cabeza un poco más y atrapó un tierno pezón entre los dientes, un profundo gemido escapó de la garganta de JunMyeon. SeHun dudó un instante antes de lamer la aureola. Estaba seguro de que JunMyeon le mandaría parar, pero en vez de eso JunMyeon le hundió los dedos en el cabello y le inmovilizó la cabeza para que siguiera.

La satisfacción se apoderó de SeHun. su conejito deseaba aquello tanto como él. No se arrepentiría de nada, de eso estaba seguro. Se lo daría todo hasta que no le quedara nada.

Los detalles no importaban, pero varias cosas permanecerían en la memoria de SeHun para siempre.

El modo en el que le temblaban las manos mientras exploraba el cuerpo de JunMyeon. El descarado gozo que JunMyeon mostraba ante sus caricias. El agudo suspiro de placer cuando que soltó cuando SeHun lo llevó al orgasmo.

SeHun introdujo la mano entre la unión de ambos y le acaricio a través de la tela de que le cubría el culito. JunMyeon arqueo más las caderas hacia arriba para incrementar la presión de sus dedos. Ya estaba húmedo de deseo luego de haberse corrido y aquel roce de los dedos de SeHun contra su entrada le hizo sentir más ansioso.

SeHun introdujo los dedos debajo del elástico y jugueteo con la entrada fruncida de JunMyeon.

—ah si mucho mejor. —Susurro SeHun—. Es mucho mejor.

Deslizo un dedo por toda la reja de sus nalgas, arriba y abajo, hasta que JunMyeon se retorció

—Mgh...quiero sentirse SeHun. —suplico JunMyeon.

SeHun sonrió y le cubrió de besos el vientre

—Aún no conejito. —contesto SeHun.

Deslizo otro dedo en su interior acariciándolo suavemente. JunMyeon echo la cabeza hacia atrás sobre la cama, cerro los ojos entregándose a las sensaciones que SeHun despertaba en él.

Seis niños y medio~SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora