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A pesar de sus bromas sobre la velocidad, SeHun no se alejó mucho en ningún momento. JunMyeon acortó las distancias al ver que SeHun tomaba la desviación que los debía llevar a Seúl, y reconoció el camino porque era el mismo que había tomado cuando fue a ver a Xiumin después de que se casara con Chen.

Había algo salvaje y seductor en la densa arboleda. JunMyeon prefería el océano y los cielos despejados de los Cayos de Ulsan, pero el ambiente íntimo de aquel sitio tenía un atractivo especial que aceleró el pulso de JunMyeon e hizo que imaginara aventuras románticas en la selva.

SeHun giró al llegar a un camino que estaba casi oculto entre los árboles. JunMyeon tragó saliva, sintiéndose como la protagonista de una novela que estuviera a punto de llegar a la misteriosa y aislada mansión de su contraparte masculina. ¿Qué le depararía el futuro?

No tenía forma de saberlo, pero apagó el motor y se quedó sentado en el asiento, intentando recobrar la compostura, mientras los chicos se bajaban del vehículo muy felices.

Al cabo de unos segundos, oyó la voz de SeHun.

—¿Estás bien conejito?

—Sí, muy bien. —JunMyeon salió del coche—. Los chicos querían saber qué planes tienes para el fin de semana.

—He pensado que esta noche podíamos salir de compras, cenar y ver el partido de los Seol Samsung Thunders. ¿Qué te parece conejito? —pregunto SeHun con una sonrisa ladina.

—¿No serán demasiadas cosas? —reprocho JunMyeon preocupado.

Y SeHun rio.

–No te preocupes conejito. Seguro que encontramos tiempo para nosotros. —susurro SeHun sonriendo coquetamente mientras le regalaba un guiñó.

JunMyeon se estremeció.

—No.. Yo... no me refería a eso. — dijo JunMyeon tartamudeando mientras sus mejillas se teñían de rojo.

—Puede que no, pero lo encontraremos de todas formas conejito. Y ahora, permíteme que te enseñe mi casa. —añadió SeHun tomándolo de la mano para guiarlo.

El domicilio de SeHun era espectacular, en un edificio de paredes de estuco y tejas rojas, de estilo europeo, con espacios amplios y grandes ventanas. Al llegar al salón, JunMyeon se fijó en la chimenea y dijo:

—¿Una chimenea? ¿En Seúl? —recrimino JunMyeon con una sonrisa.

SeHun le dedicó una sonrisa también y lo miró con intensidad.

—Es lo único que me gusta de los inviernos del norte. Aquí hace bastante calor, pero algunos días se puede encender. —sugirió SeHun—. Y, por otra parte, es de lo más romántico...

JunMyeon se estremeció una vez más, aunque esta vez fue porque imaginaba que SeHun habría estado con muchos hombres en esa casa. Pero SeHun adivinó lo que estaba pensando y, tras tomarlo entre sus brazos, dijo:

—Tú eres el primero, JunMyeon. —hablo con firmeza SeHun suplicándole que le creyese con la mirada.

Pero JunMyeon lo miró con incredulidad.

—¿En serio? —pregunto tratando de alejarse.

—Te doy mi palabra. Sé que me tienes por una especie de playboy compulsivo, y es verdad que he estado con unos cuantos hombres y tal vez alguna mujer. Pero ninguno ha sido tan importante como para traerlo a mi casa. —afirmó SeHun—. Este es mi refugio personal, el lugar adonde voy cuando me quiero esconder del mundo.

JunMyeon deseó creer sus palabras; sobre todo, cuando SeHun inclinó sobre él y lo besó con tanta pasión que las rodillas se le doblaron.

—Te deseo con locura, conejito. Mira lo que me haces...

Seis niños y medio~SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora