27

231 44 28
                                    

JunMyeon tragó saliva.

—Quiero besar cada centímetro de tu piel conejito. —prosiguió SeHun—. Quiero conocer tu cuerpo tan bien como el mío. Quiero que ardas de placer... Y si eso implica ser poco espontáneos, puedo vivir con ello. ¿Y tú?

—No lo sé. —dijo JunMyeon con sinceridad.

—conejito, te prometo que, si no quieres hacer el amor conmigo cuando lleguemos a mi casa, respetaré tus deseos. —aseguro SeHun para darle seguridad.

JunMyeon lo miró a los ojos y supo que lo decía SeHun de verdad. Que SeHun respetaría sus deseos, en cualquier caso, en todo momento.

Un segundo después, sus dudas desaparecieron tras una repentina e intensa necesidad que no había sentido nunca. Se llevó la mano de SeHun a los labios, besó sus nudillos y dijo con suavidad: —Conduce deprisa, por favor. —susurro JunMyeon con sensualidad.

JunMyeon pensó que una de las ventajas del invierno era que oscurecía pronto. Y se alegró enormemente, porque su timidez regresó en cuanto entraron en la casa. Por una parte, ansiaba tomar a SeHun entre sus brazos y abandonarse al placer; por otra, tenía tanto miedo por las consecuencias de sus actos que habría salido corriendo si hubiera podido.

Acababan de llegar al salón cuando SeHun declaró:

—Será mejor que me duche primero conejito. —explico SeHun sonrojado—. He estado jugando al fútbol y me siento sucio.

—SeHun... —jadeo JunMyeon.

SeHun lo tomó de la mano.

—Ven conmigo, conejito. —suplico SeHun.

—No sé... —dijo JunMyeon, entre asustado y excitado.

—Me podrás frotar la espalda conejito. —sugirió SeHun con coquetería.

SeHun lo dijo en tono de broma, pero la simple perspectiva de tocarlo, de pasar los dedos por sus hombros, bastó para inflamar un poco más el deseo de JunMyeon.

La tentación empezaba a ser irresistible, así que JunMyeon lo acompañó hasta el dormitorio principal, que observó con interés. Era una habitación grande, de estética moderna y masculina, con una cama de matrimonio que le pareció gigantesca. Pero no había ningún detalle que indicara gran cosa sobre la personalidad de SeHun. No había libros ni fotografías. Y todo estaba perfectamente limpio y ordenado, como en un campamento militar.

Sorprendido, JunMyeon se sentó en la cama y dijo:

—¿SeHun?

SeHun vio su ceño fruncido y malinterpretó lo que pasaba.

—¿Te arrepientes de haber venido conejito? —pregunto con el tono de voz rota por la decepción.

—No, No exactamente... eh ¿Cómo puedes vivir así? —preguntó JunMyeon, echando un vistazo a su alrededor—. No te entiendo...

Se callo JunMyeon por unos segundos buscando las palabras adecuadas para describir el lugar.

—Es un lugar tan... estéril. —dijo JunMyeon con cierto tacto para no lastimarlo.

SeHun se encogió de hombros sin darle mayor relevancia al descubrimiento de JunMyeon.

—No sé. No le había prestado mucha atención. —admitió SeHun con simpleza fingida.

—¿No tienes fotografías de tus padres? ¿O de algún antiguo novio? —cuestiono JunMyeon con algo de celos en sus palabras.

SeHun sonrió captando ese tono receloso de su conejito.

Seis niños y medio~SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora