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JunMyeon oyó la música en cuanto llegó al vado de la casa.

¿Beethoven? ¿A todo volumen?

Su sorpresa fue tan mayúscula que no lo pudo creer. Estaba acostumbrado a que la recibiera el sonido de algún tema de Exo. Pero no se había equivocado. Era definitivamente Beethoven. Y el sonido de la sinfonía se combinaba con el oleaje del mar de tal forma que tuvo la impresión de estar en un concierto al aire libre.

Cansado de trabajar atendiendo y analizando el comportamiento de la gente, y aún alterado por el efecto del beso de la noche anterior, JunMyeon se recostó en el asiento del coche y cerró los ojos. Entonces, vio la cara de SeHun en su imaginación y abrió los ojos de nuevo. Pero la cara no desapareció.

–JunMyeon?

JunMyeon parpadeó consternado al oír la voz sensual y masculina de SeHun.

–¿Te encuentras bien?

SeHun se apoyó en la ventanilla y miró a JunMyeon con una preocupación que hizo que se sintiera extraño. Hacía años que nadie se preocupaba por él. Siempre había sido una persona fuerte, él que servía de apoyo a los demás, que ejercía de roca firme en su vida privada y en su trabajo.

Sin embargo, SeHun parecía creer que JunMyeon también necesitaba ayuda de vez en cuando. Y, aunque a veces SeHun lo encontraba irritante, aquella noche le gustó demasiado JunMyeon.

–Sí, estoy bien. Solo he cerrado los ojos para disfrutar de la música. –comento JunMyeon calmando sus nervios.

SeHun sonrió con malicia.

–Siento que esté tan alta... Los chicos no se han quejado, y no me había dado cuenta de que se oía fuera. –menciono SeHun mirando fugazmente dentro de la casa y volviendo a mirar a JunMyeon.

–No te disculpes. –JunMyeon sonrió disfrutando la música–. Me gusta mucho. Es justo lo que necesitaba.

–¿Justo lo que necesitabas? ¿Por qué dices eso conejito? –preguntó SeHun–. ¿Es que has tenido un mal día?

JunMyeon suspiró e ignoro el apodo que uso SeHun para centrarse en responder.

–Tan malo como siempre, ni más ni menos. Supongo que hoy tenía menos paciencia.

JunMyeon se calló el motivo, aunque lo sabía de sobra. Estaba asombrado con el efecto que SeHun tenía en él. Su cuerpo lo añoraba y su sentido común desaparecía cada vez que estaban juntos. Pero no sabía por qué, y eso lo sacaba de quicio completamente. Siempre había sido una persona lógica, ordenado, que no se dejaba llevar por las emociones, había aprendido de mala forma a no ser impulsivo para llegar a ser el JunMyeon que es ahora.

–¿Has comido algo? –cuestiono SeHun con una sonrisa altanera.

JunMyeon sacudió la cabeza y dijo:

–No.

–Entonces, siéntate en el porche y te traeré algo de comer. Ryujin ha preparado sopa de verduras. –le informó SeHun–. Te sentará bien... La noche es bastante fresca.

JunMyeon lo miró con desconcierto.

–¿De quién ha sido la idea? –cuestiono escéptico.

–¿La idea de qué? –pregunto SeHun sin entender nada, al quedarse embobado mirándolo.

–De todo esto. De la música, de la sopa...

–Bueno, no hay mucho que decir. Cuando volví del trabajo, vi que Ryujin había encontrado un libro de recetas. Dijo que tenía ganas de experimentar un poco.

Seis niños y medio~SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora