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En cuanto llegaron a la casa, los chicos desaparecieron en sus respectivas habitaciones, emocionados por tener una habitación para ellos solos y también un Tv con cable y los dejaron a solas. SeHun tomó entonces la mano de JunMyeon y se lo acarició, pero se dio cuenta de que estaba extrañamente tenso.

—¿Te ocurre algo conejito? —pregunto SeHun mirándolo.

—Nada. —dijo JunMyeon con brusquedad.

—No mientas, conejito...—replico SeHun incitándolo a decirle el motivo de su enojo.

JunMyeon suspiró cruzándose los brazos al pecho.

—Ocurre que Xiumin y Chen son amigos míos. —explico JunMyeon sin mirarlo.

Pero SeHun lo miró sin comprender nada.

—Sí, ya lo sé. Y también son amigos míos. Te recuerdo que Chen es mi socio...—dijo SeHun confundido—. ¿Se puede saber qué te pasa?

JunMyeon sacudió la cabeza.

—Discúlpame, SeHun. Supongo que me ha molestado que hicieras planes sin consultarlo conmigo. —admitió JunMyeon esta vez ya no con enfado sino con tristeza haciendo un tierno pucherito—. Pero es una tontería.

SeHun lo llevó al sofá y se sentó con él ahí.

—Has estado enfermo casi toda la semana conejito. No te quería molestar con los detalles. —declaró SeHun—. Además, prefería que no participaras en nuestros planes.

—¿Por qué? —pregunto JunMyeon arqueando una ceja.

—Porque necesitas descansar conejito. Pero, si hubieras participado en la organización del viaje, habrías incluido visitas a las librerías de Seúl para comprar textos de psicología. —explico SeHun con desgano de solo pensar en entrar a una librería.

JunMyeon sonrió.

—Es posible que lo haga... —dijo JunMyeon con tono de desafío—. Además, le he prometido a Ryujin que le comprare un vestido y le ayudare a elegirlo también. Puede que me la lleve de tiendas cuando salgamos de la casa de Xiumin y Chen.

—De eso nada conejito. —se negó SeHun abrazándolo—. Las compras las dejaremos para el lunes.

—¿Para el lunes? —exclamo JunMyeon alarmado—. Los chicos tienen colegio SeHun, y yo tengo que volver a la consulta.

—Los chicos no tienen colegio conejito. El lunes es fiesta, por si no lo recordabas. —observó SeHun—. Y en cuanto a ti, sé que solo tenías una cita... Pero he hablado con tu recepcionista y he conseguido que la cambie de fecha.

JunMyeon se apartó de SeHun, enfadado.

—Maldita sea, SeHun, no tenías derecho a hacer una cosa así. —reprocho JunMyeon—. Nos marcharemos el domingo, digas lo que digas.

—Tranquilízate, conejito. —intento SeHun de calmarlo y volver a abrazarlo—. ¿Por qué vamos a desperdiciar un día?

—No me voy a tranquilizar nada. —bramó JunMyeon, fuera de sí—. Y volveremos el domingo porque lo digo yo, por eso.

SeHun rompió a reír, amaba ver a su conejito enojado, verlo ahí arrugando el entrecejo con las mejillas rojas de la ira y la nariz respingada con ese pequeño tamaño que tenía le quitaba toda seriedad a su enojo y le entraban a SeHun unas enormes ganas de abrazarlo y besarlo con tanta pasión hasta que toda era ira abandonara el pequeño cuerpo de su esponjocito conejito.

—Está bien. Si insistes en que volvamos el domingo y en que los chicos se lleven un disgusto, volveremos el domingo. —exclamo SeHun con tono dolido.

Seis niños y medio~SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora