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Algo había cambiado entre ellos. JunMyeon se dio cuenta a la mañana siguiente. Esperaba que, tras su conversación nocturna, SeHun se mostrara más reservado. De hecho, necesitaba desesperadamente que SeHun mantuviera las distancias y rompiera el vínculo que había surgido entre ellos. Pero no lo rompió. Y JunMyeon se puso nervioso al notar que el ambiente estaba tan cargado como si hubieran hecho el amor.

Sin embargo, su nerviosismo no impidió que se comiera todos los bollos que SeHun había dejado encima de la mesa. JunMyeon ya estaba harto de que SeHun se atiborrara de bollería industrial, y le pareció una buena forma de impedir que SeHun se siguiera dañando. Pero SeHun se aferró al refresco que había sacado de la nevera cuando JunMyeon se lo quiso quitar.

—Ah no conejito, de ninguna manera. —dijo SeHun—. Necesito el refresco.

—Aish Está bien, tómatelo...—refunfuño JunMyeon—. ¿Te apetece un poco de fruta?

—Preferiría comer papel. —respondió SeHun socarronamente.

Los chicos rompieron a reír, encantados con el enfrentamiento de los dos adultos.

—En ese caso, te puedo ofrecer unos copos de avena...

SeHun frunció el ceño.

—¿Qué demonios es esto? —cuestiono—. ¿Una especie de castigo?

—Si yo fuera tú SeHun, aceptaría los copos de avena. —intervino Kai—. Cuando mama se pone saludable, no hay nada que hacer. Pero, si le sigues la corriente, es posible que el fin de semana esté más tolerante y prepare unas crepes.

—Serás traidor... —dijo JunMyeon con una sonrisa—. Por cierto, ¿alguien sabe dónde está Vernon? ¿Aún no se ha levantado?

Vernon apareció en ese preciso momento y se sentó a la mesa, tan lejos de SeHun como le fue posible. Era obvio que estaba enfadado con él.

—Buenos días, Vernon. —dijo SeHun,

El adolescente respondió al saludo en voz baja, sin apartar la vista de su cuenco de cereales, y guardó silencio hasta que terminó de desayunar. Entonces, se levantó de la mesa con la evidente intención de marcharse.

—Espera vernon. —volvió a hablar SeHun.

—Me tengo que ir. —respondió con frialdad.

—Aún tienes unos minutos. —le recordó SeHun—. Pero, si se hace tarde, te llevaré yo mismo al instituto.

Vernon miró a JunMyeon, que declaró:

—Siéntate y escucha lo que te quiere decir vernon. —le susurro JunMyeon con cariño.

El joven se sentó a regañadientes.

—He estado pensando y se me ha ocurrido una idea. —empezó SeHun—. Sospecho que a un chico de tu edad le vendría bien un poco de dinero...

Los ojos de Vernon brillaron con interés, pero se limitó a encogerse de hombros.

—He pensado que podrías trabajar en la obra por las tardes, cuando salgas de clase. —explico SeHun.

Vernon lo miró con hostilidad.

—¿Yo? ¿Trabajar para ti? Ni lo sueñes. —bramó.

—Vernon, esa no es forma de hablar a SeHun. —protestó JunMyeon—. Deberías prestarle atención.

—¿Por qué mamá? —grito vernon algo enfadado—. No es más que un soborno para ganarse mi confianza.

SeHun hizo caso omiso del comentario y habló como si el adolescente no hubiera dicho nada.

Seis niños y medio~SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora