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JunMyeon se despertó por la tarde, al sentir en la almohada lo que parecía ser una cajita envuelta en papel de regalo. Tenía la vaga sensación de que SeHun se lo había puesto en la mano, pero se había quedado dormido y no lo recordaba bien.

Cuando la miró, vio que era larga y estrecha, como las cajas de plumas y bolígrafos. Sin embargo, JunMyeon tuvo la seguridad de que no sería una pluma, y se empezó a poner nervioso. No quería que SeHun le regalara joyas. Le parecía un detalle demasiado personal, demasiado importante, demasiado íntimo. Sobre todo, en el día de San Valentín.

—¿No lo vas a abrir? —pregunto SeHun emocionado.

JunMyeon se sobresaltó al oír la voz de SeHun, que acababa de llegar.

—No sé si es lo más adecuado. —respondió JunMyeon algo cohibido e incómodo por la situación, aunque muy en su interior se moría de ganas por ver que era y dejarse ilusionar.

—¿Por qué no? —replico SeHun sin verlo el lado malo a su regalo.

—Porque no deberías hacerme regalos. —le recordó JunMyeon a SeHun como un regaño.

Los ojos de SeHun brillaron con una mezcla de sarcasmo e indignación.

—¿Ahora te preocupan mis finanzas? —pregunto SeHun molesto—. Te aseguro que me lo puedo permitir...

—No te hagas el tonto SeHun. —regaño JunMyeon con seriedad—. Sabes de sobra que no lo he dicho por eso.

—No, por supuesto que no. Lo has dicho porque no tienes la costumbre de aceptar regalos de hombres. —replico SeHun un poco molesto, y aliviado de saber que JunMyeon no era la clase de chico que se dejaba deslumbrar por regalos ni buscaba recibirlos.

Sabía que JunMyeon era especial y por eso se había enamorado de él.

—En efecto. —admitió JunMyeon sin ver el regalo para no caer en la tentación.

—Pues deberías acostumbrarte conejito. —le dijo SeHun con una sonrisa—. Mereces que te hagan regalos, y yo me voy a encargar de que los recibas. —dijo con determinación—. Anda, abre esa caja de una vez. De lo contrario, tendré que recordarte que aprender a recibir es tan importante como aprender a dar.

JunMyeon pensó que SeHun tenía razón, y que quizás estaba reaccionando de forma exagerada. A fin de cuentas, solo era un regalo.

Lentamente, le quitó la cinta decorativa. Luego, con la misma calma, empezó a despegar los pequeños fragmentos de celo que cerraban el papel. Pero tardaba tanto que SeHun le quitó la cajita con frustración.

—Los regalos no se abren de ese modo conejito. —dijo SeHun—. Se abren así.

SeHun arrancó el papel con un tirón fuerte y le dio la cajita.

—Mi forma de abrir las cosas es mucho mejor. —afirmó JunMyeon frunciendo el ceño—. Si vas despacio, lo saboreas más. —añadió con una sonrisa coqueta.

—Pues lo siento conejito. Yo no tengo tanta paciencia. —contesto SeHun rozándole la cara con las manos de forma melosa.

—Ya me había dado cuenta. —murmuro JunMyeon dejándose mimar un poco.

Luego abrió la cajita y soltó un suspiro ahogado al ver que contenía una delicada cadena de plata de la que colgaba un diamante con forma de corazón.

—Nunca había visto nada tan bonito SeHun... —murmuro JunMyeon admirando la cadena con mucha devoción.

—Me alegra que digas eso, porque ese corazón es un símbolo del mío. Y mi corazón te pertenece, JunMyeon. —confeso SeHun con completa sinceridad apretándole las manos a JunMyeon.

Seis niños y medio~SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora