19

250 51 21
                                    

Su nuevo plan tenía un problema: que ni SeHun ni JunMyeon sabían por dónde empezar. Durante los días siguientes, estuvieron tan tensos que JunMyeon se sentía terriblemente frustrado. Cada vez que SeHun lo rozaba sin querer, se sobresaltaba y se disculpaba con un nerviosismo exagerado. Y la paciencia de JunMyeon estaba llegando a su límite.

Además, no sabía si era conveniente que SeHun se involucrara más en la vida de los chicos. Seguía creyendo que debían actuar con cautela; sobre todo, después de lo sucedido con Ryujin. Y una noche, cuando se lo dijo después de cenar, SeHun replicó:

—No puedes tener las dos cosas a la vez JunMyeon. No puedo quedarme en la casa y mantener las distancias al mismo tiempo.

—No veo por qué no. —dijo JunMyeon con obstinación.

SeHun se limitó a mirarla fijamente.

—Bueno, puede que no esté siendo muy racional. —admitió JunMyeon—. En este momento, no me siento precisamente racional.

—¿Y cómo te sientes? —pregunto SeHun con cautela.

—Como si me hubieran partido en dos. —se dejó caer.

—A mí me pasa lo mismo. —admitió SeHun también.

De repente, JunMyeon rompió a reír. Todo el asunto le parecía absurdo. Se suponía que eran personas adultas, con la madurez necesaria para afrontar cualquier situación. Pero se comportaban como dos niños.

—¿Se puede saber de qué te ríes JunMyeon? —gruñó SeHun—. Tenemos un problema grave.

—No te lo voy a discutir. Pero ¿me podrías hacer el favor de definir el problema? —pregunto JunMyeon sonriendo.

SeHun se puso nervioso.

—Bueno... Nosotros...

—Estamos permanentemente cachondos SeHun. —dijo JunMyeon.

—¡JunMyeon! —exclamó SeHun, asombrado con su lenguaje—. Podrían oírte los niños.

—Puede que sea una forma algo cruda de decirlo, pero es verdad SeHun. Y también es verdad que, si yo fuera una persona distinta, ya te habrías acostado conmigo. —confronto JunMyeon cruzándose de brazos.

—Pero eres quién eres JunMyeon, no puedes cambiar.

—Y supongo que te debería estar agradecido por dedicarme un tratamiento tan especial SeHun. Pero no lo estoy en absoluto. —le costó pero lo admitió.

SeHun rio.

—Creo que te entiendo conejito.

Los dos se miraron a los ojos durante unos segundos, sin decir nada.

—Podríamos ir a ver una película. —dijo SeHun al final.

—Casi son las diez de la noche SeHun...

—Pues alquilaremos una. —recomendó SeHun tranquilamente.

—Y nos sentaremos juntos en el sofá, acurrucaditos... —coqueto JunMyeon con melosidad.

— Umm. No sé si es una buena idea. —dijo SeHun tragando saliva ante la tentación que suponía tener el cuerpo de JunMyeon cerca suyo.

—Ni yo. —admitió JunMyeon.

—¿Y si jugamos al ajedrez? —propuso SeHun—. Es un juego serio y muy intelectual, completamente alejado de fantasías eróticas.

—No sé jugar al ajedrez. —puchereo JunMyeon.

—Pues a las damas entonces... —replicó SeHun—. Maldita sea, JunMyeon, échame una mano. Intento encontrar una solución.

—Está bien, jugaremos a las damas. —accedió JunMyeon—. Creo que el tablero está en el dormitorio de Kai.

Seis niños y medio~SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora