6. Mi regalo para ti.

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22 años | Anggele

Abril 26

Dos semanas después...


Es sábado, lo sé. No tengo que despertarme temprano, eso también lo sé. Hoy es mi cumpleaños, claramente que sí sé eso. O sea, nací un día como hoy hace veintidós años, ¿cómo carajos no voy a saberlo?

¿Cuál es el problema realmente? Que estoy demasiado cansada como para poner un pie en el suelo, ese es el dilema. La semana fue horripilante, y si alguna vez dije que amaba que me dejaran mil kilos de trabajo, creo que he cambiado de opinión.

No obstante, aunque mis ganas de quedarme en la cama son más fuertes que mi sentido común, mi vejiga exige vaciarse justo ahora y en este mismo instante. Gruño para mis adentros y suelto un pesado suspiro al final, removiéndome en la cama antes de colocar mis pies en el frío piso. Bostezando me levanto y voy hacia el baño, me concentro en hacer cada una de mis necesidades y me desperezo lavándome la cara con agua fría, y cepillándome los dientes después.

—Despiértate, Anggele —me susurro a mi misma.

Trato de recogerme el cabello en un moño, pero dos mechones terminan saliéndose del mismo. Me doy por vencida y salgo de la habitación, quedándome paralizada cuando cruzo el pasillo.

—¡Feliz cumpleaños! —grita una voz femenina y bastante conocida, en menos de dos semanas se convirtió en mi gemela perdida. Cuando puedo parpadear, Aibyleen me está abrazando con todas sus fuerzas—. ¡Muchas felicidades, Anggele! Dios, estoy tan feliz por ti.

—Gracias, Aiby —le devuelvo el abrazo con gusto, en estos últimos días, me he dado cuenta de que esta niña es tan fácil de querer. Cuando se aleja, puedo cerciorarme que mi sala está decorada con globos azules, rosas y dorados. Además, Sebastián y Demián también están aquí—. Vaya, menos mal me puse mi pijama lindo ayer por la noche.

—Feliz cumpleaños, rubia —Sebastián solo se acerca a mí para sacudir mi cabello y despeinarme.

—¡Oye! —me quejo, pero le sonrío—. Gracias.

Me giro hacia Demián que se acerca a mí a paso lento, me mira embelesado y mi corazón inicia su —ahora— conocida carrera dentro de mí pecho. Sus brazos me rodean casi al mismo tiempo que busco refugio entre ellos, sus labios rozan mi oreja para susurrarme suavemente—: Feliz cumpleaños, cielo.

Me derrito literalmente y mi yo interna me golpea por ser tan idiota, y por dejarme ablandar tanto en menos de dos semanas.

—Gracias —susurro antes de que sus labios toquen los míos.

El beso solo iba a ser casto, o eso pretendía yo hasta que los suyos arremetieron contra los míos con una suavidad tremenda.

—¡Oigan, tortolitos! Basta que aún seguimos aquí —reclama Sebastián, acompañado con la risa de Aiby.

Me alejo a regañadientes de Demián, que me sonríe con ternura para después dejar un beso en mi sien.

—¡Te trajimos un montón de regalos! —exclamó la rubia—. Bueno, yo los escogí porque estos dos son unos cavernícolas en toda la regla —se queja poniendo los ojos en blanco—. Espero te gusten, los trajimos con mucho cariño.

—Gracias, de verdad —les sonrío—. Estoy segura de que me encantarán.

—¡Ah! Y espero también que no te haya molestado todo esto —señala la decoración.

—Para nada, en serio —digo con sinceridad—. Gracias por esto, fue una hermosa sorpresa.

—Y aún no termina —dice ella acercándose—. Demián te llevará a las ocho al club y estaremos esperándote para tu fiesta.

Solo porque sí (Saga D.W. 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora